Vigilancia total

El plan de la UE para esclavizar las vidas de los estadounidenses: ¡cada respiración que tomas, monitoreada y controlada!

Abril 3, 2024 - 10:28
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Vigilancia total

La Inteligencia Artificial (IA) de la Unión Europea Act es un asalto directo a nuestras libertades personales, un lobo con piel de cordero diseñado para adormecer a la población con una falsa sensación de seguridad mientras erige un estado de vigilancia omnipresente. Este es el anteproyecto de una pesadilla distópica, redactada en los estériles pasillos del poder, muy alejada de la cruda realidad de sus implicaciones.

No estamos hablando de unas cuantas cámaras de circuito cerrado de televisión aquí y allá. Imagina un mundo en el que cada centímetro cuadrado del espacio público esté supervisado por una tecnología impulsada por IA capaz de identificar, rastrear y analizar cada uno de tus movimientos. Este es el futuro que la Ley de IA está introduciendo silenciosamente, un futuro en el que el concepto de anonimato es tan anticuado como la idea de una carta escrita a mano.

La audacia del Parlamento Europeo de celebrar la Ley de Inteligencia Artificial como una victoria para la democracia es poco menos que orwelliana. Es una bofetada en la cara de aquellos que aprecian los valores de privacidad, autonomía y libertad. Bajo el disfraz de la innovación y la seguridad, estamos siendo arreados en un panóptico digital, despojados de nuestros derechos a movernos, hablar y asociarnos libremente sin la atenta mirada del Gran Hermano que analiza cada una de nuestras acciones.

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La condena de Patrick Breyer a este acto es una llamada de atención a la escalofriante realidad a la que nos enfrentamos. Esta legislación allana el camino para una infraestructura de vigilancia tan omnipresente, tan invasiva, que incluso George Orwell habría palidecido ante la idea. La ironía de utilizar las mismas tecnologías que prometían elevar nuestra sociedad, convirtiéndolas en instrumentos de control y represión, no podría ser más amarga.

El doble discurso de la UE, que aclama la Ley de Inteligencia Artificial como protectora del bien común, no podría estar más alejado de la realidad. ¿De qué sirve cuando cada ciudadano es tratado como un sospechoso potencial, cada reunión de amigos es una escena que debe ser analizada, cada protesta una amenaza que debe ser examinada? Este acto no nos protege; Nos somete a un nivel de vigilancia que es fundamentalmente incompatible con los principios de una sociedad libre.

Además, la forma encubierta en que se ha impulsado esta legislación, envuelta en secreto y desprovista de un verdadero escrutinio público, dice mucho sobre su verdadera naturaleza. Es un duro recordatorio de que los que están en el poder, cuando no se les controla, a menudo priorizan el control sobre la libertad, la vigilancia sobre la privacidad.


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Los eurodiputados de los partidos piratas, que se oponen a esta ola de vigilancia, no son solo atípicos o voces disidentes en un mar de cumplimiento; Son los portadores de una verdad incómoda. Nos recuerdan que esta batalla tiene que ver con la esencia misma de nuestra libertad y el tipo de mundo en el que queremos vivir.

Esta Ley de IA es una señal de advertencia de la erosión de nuestros derechos fundamentales, un marcador de nuestro descenso a una sociedad en la que la libertad se ve restringida bajo la mirada siempre atenta de la vigilancia de la IA. Es un llamado a las armas para todos los ciudadanos que valoran su privacidad y autonomía, un duro recordatorio de que el precio de la libertad es la vigilancia eterna.

Debemos resistir esta deriva orwelliana con cada fibra de nuestro ser, desafiar las narrativas que se nos venden y exigir un futuro en el que la tecnología sirva a la humanidad y no al revés. La Ley de Inteligencia Artificial, en su forma actual, es una afrenta a nuestras libertades, un caballo de Troya que amenaza con socavar los cimientos mismos de nuestras sociedades democráticas.

Derribemos esta fachada de progreso regulatorio y reclamemos nuestros derechos antes de que sea demasiado tarde. La batalla por nuestra privacidad, nuestra libertad y nuestro futuro es ahora, y es una batalla que no podemos permitirnos perder.

Fuente: Gazetteller

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