Convierte chatarra en dinero
Startup estadounidense logra separar aluminio con 95% de precisión
Sortera transforma el reciclaje en EE. UU. con un sistema capaz de identificar aleaciones de aluminio en 10 milisegundos.
- Aluminio reciclado con mayor valor.
- Clasificación precisa con IA y sensores avanzados.
- Plantas funcionando 24/7 en EE. UU.
- Ahorro energético frente a aluminio primario.
- Menos residuos, más circularidad, más empleo local.
Sortera está convirtiendo el problema del aluminio reciclado en EE. UU. en una oportunidad económica
Cuando se habla de reciclaje, pocos materiales ofrecen tantas ventajas como el aluminio. Reaprovechable de manera indefinida, con un coste energético muy inferior al de producir aluminio primario, y con una demanda creciente impulsada por sectores como la automoción o la electrónica. Sin embargo, en Estados Unidos apenas se recicla cerca de un tercio del aluminio consumido. El resto acaba en vertederos o almacenado como chatarra de difícil reutilización.
El gran cuello de botella no es técnico, sino logístico: clasificar correctamente la chatarra mezclada. Una tarea compleja que ha frustrado durante décadas a la industria del reciclaje y ha limitado el valor real del material recuperado.
Michael Siemer, CEO de Sortera, asegura que su empresa ha encontrado una solución viable a gran escala. Sortera afirma haber desarrollado un sistema capaz de identificar diferentes aleaciones de aluminio con más del 95 % de precisión, un salto tecnológico que podría abrir una fuente gigantesca de material recuperado de alta calidad.
Cómo funciona el sistema
Para lograrlo, la compañía combina un modelo de inteligencia artificial con datos procedentes de láseres, fluorescencia de rayos X y cámaras de alta velocidad. Cada fragmento —del tamaño aproximado de una patata frita grande— se analiza en milésimas de segundo. El modelo detecta patrones invisibles al ojo humano y, una vez catalogado el tipo de aleación, una serie de boquillas dispara un soplo de aire que desvía el chip hacia el contenedor correcto.
Esa velocidad es clave porque, en los procesos tradicionales, la clasificación suele hacerse después de fundir el material, cuando ya se han perdido propiedades y valor. Si las aleaciones no están bien separadas, el resultado es un lingote menos fiable y, por tanto, mucho menos rentable para la industria.
Según Siemer, “la industria llevaba años intentando acceder a esta chatarra sin clasificar, pero nadie había conseguido desbloquearla… hasta ahora”.
La precisión por encima del 90 % no solo mejora la calidad del reciclaje: también impulsa la rentabilidad. A partir del 95 %, los márgenes se disparan. A un 98 %, ya se habla de márgenes “muy significativos”. Esta mejora económica es esencial para que el reciclaje deje de depender de subsidios puntuales y pueda sostenerse por sí mismo en un mercado competitivo.
Crecimiento rápido y nuevas inversiones
Sortera opera actualmente una única planta en Indiana, que —según la empresa— ya es flujo de caja positivo desde agosto gracias a un funcionamiento continuo 24/7. Para multiplicar su capacidad, la compañía ha cerrado una ronda de financiación que combina 20 millones de euros en capital y 25 millones en deuda, con inversores procedentes del sector financiero y de la movilidad.
Con estos recursos están construyendo una segunda planta cerca de Nashville (Tennessee), idéntica a la de Indiana, que comenzará a funcionar en primavera. A pleno rendimiento, cada instalación puede procesar varios millones de libras de aluminio al mes, un volumen que antes simplemente no tenía salida por su baja calidad inicial.
La materia prima procede, en su mayoría, de vehículos fuera de uso. Al triturarse, cada tipo de aluminio se fractura de forma distinta según su composición química, lo que genera patrones únicos de pliegues y desgarros. La IA aprende a reconocer estas “huellas” y las usa como pistas para clasificar con rapidez metales que antes se mezclaban sin criterio.
El destino final del aluminio recuperado probablemente será la propia industria automotriz. Los fabricantes necesitan cada vez más aluminio para aligerar sus modelos y mejorar su eficiencia energética, especialmente ante el avance del vehículo eléctrico. Según Siemer, prácticamente todos los grandes fabricantes de automóviles del mundo han visitado la planta de Indiana “al menos dos veces”.
Aunque Sortera investiga cómo aplicar esta tecnología al cobre o al titanio, por ahora la estrategia es concentrarse en el aluminio. El potencial es enorme: solo en el mercado estadounidense se producen anualmente cantidades suficientes como para hacer rentable cada kilo recuperado con una clasificación adecuada.
Potencial
El enfoque de Sortera muestra cómo la automatización inteligente puede transformar sectores tradicionalmente poco eficientes. Si tecnologías así se extienden, la recuperación de materiales estratégicos —aluminio, cobre, acero ligero, incluso plásticos complejos— podría dejar de ser un problema y convertirse en un activo económico. Esto permitiría a ciudades y regiones reducir su dependencia de materias primas importadas, generar empleo local y disminuir la presión sobre ecosistemas mineros.
En un contexto donde se pide a la industria acelerar su descarbonización, soluciones como esta demuestran que la innovación aplicada al reciclaje puede ser tan relevante como las energías renovables o la electrificación del transporte. No es una solución única, pero sí una pieza importante en un puzzle más amplio: un modelo de producción donde los materiales circulan, se revalorizan y vuelven al mercado con un impacto ambiental mucho menor.
Fuente: Ecoinventos
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