Leche de cucarachas para sus hijos
Los medios de comunicación, todos comprados por la mafia de la agenda 2030, la ONU, la OMS, la UNICEF y la FAO, organizaciones que han pagado al gobierno de España para que impongan estos planes diabólicos, no paran de publicitar los beneficios de los males que nos desean en todos los sentidos.

Recientemente el diario la razón publicó un artículo explicando las bondades de la leche de cucaracha. Como no podía decir, siendo un periódico globalista y “bien pagao”, nos dice: “(…)pero el cambio climático está obligando a que se hagan cambios en la nutrición; por ello, la leche de cucaracha va a camino de convertirse en el superalimento del futuro”.
Apunta, como no podía ser de otro, al “calentamiento global y al aumento de la población”. La fuente a la que se refiere este “miedo de incomunicación” es la FAO, la cual pide “consumir más insectos, aprovechar su cuerpo y la leche de estos animales (repugnantes)”. Además, según sus fuentes pseudocientíficas, la revista Science Alert ha concluido que “la leche de cucaracha es más nutritiva que la leche humana, que su cuajo es cuatro veces más nutritiva que la de nuestra especie y que se pretende crear estos cristales de proteínas de manera artificial”; la razón es simple: estos animales alimentan a sus crías con una suerte de esta sustancia.
¿No nos recuerda esto a los estudios donde nos decían que la vacuna Astrazéneca tenía una efectividad del 95%, cuando sabemos que por cada fortalecido hay 14 fallecidos, según ciertos estudios? Nos tratan de introducir sus basuras del mismo modo que hicieron que con sus venenos. Nada de esto es creíble.
La misma FAO en su estudio “La contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el miedo ambiente”, defiende a la entomafagia como ciencia que nos va a quitar el hambre de la humanidad al declarar que “el crecimiento demográfico, la urbanización y el crecimiento de la clase media han aumentado la demanda de alimentos a nivel mundial, especialmente las fuentes de proteínas de origen animal”.
Llega incluso a defender su uso para alimentar a los niños malnutridos (hay que ser cínicos). Es decir, regresan al viejo tópico del informe Kissinger donde alerta de la necesidad de reducir la población mundial y, lo más llamativo, alerta del incremento de la clase media.
¿No apunta todo ello al auge del sistema comunista, que es el que les gusta, para lo cual hay que eliminar a esta parte de población, que se considera autónoma, que decide por sí misma, que no necesita casi ayuda y que no es considerada como esclava por parte de los políticos de la agenda 2030? Y lo justifica de una manera aún más estúpida: “Los gases de efecto invernadero producidos por la mayoría de los insectos son probablemente inferiores a los de ganado convencional”.
¿Cómo qué probablemente? ¿Con qué pruebas cuenta la FAO para soltarnos esa chorrada o es que no saben que excusa inventarse para engañarnos y convencernos de que tenemos que comer las cucarachas a la plancha, como en una escena de Aquaman donde a un actor el protagonista le invita a morderla, recordándole que es como si se comiese una gamba?
Como no podía ser de otro modo, todos los estudios del efecto de la quitina, una suerte de aminopolisicárido, que es el que forma el exoesqueleto, están censurados. De la quitina se obtiene el quitosano, que es el resultado de eliminar el 50% del grupo acetilo de la anterior. Los seres humanos contamos con una enzima llamada quitinasa, la cual activa al sistema inmunológico cuando se toman insectos. En el caso de que el organismo no la acepte, se produce un incremento de las citoquinas inflamatorias, de modo que ello genera cuadro de alergias dado que este evento llega a producirse en los pulmones.
La Universidad de California, en San Francisco, ha hecho estudios y ha visto que aproximadamente el 40% de las personas que trabajan en fábricas de cangrejos de mar desarrollan el asma que lleva el nombre de este animal, así como erupciones en la piel. Por lo tanto, estas proteínas no son fácilmente digeribles por parte de los humanos, siendo falso todo lo que nos cuenta la FAO.
Los resultados en experimentos con ratones lo demuestran, siendo obvio que estas investigaciones han sido silenciadas en las redes sociales, del mismo modo que nunca se habló de los que se hicieron con animales con las mal llamadas vacunas asesinas, sobre la expansión de la más llamada proteína spike en todo cuerpo de los ratones.
Pero aquí no acaba el asunto, pues las cucarachas se alimentan de las heces de sus parientes adultos, hecho del que la FAO y el diario La razón no hablan. Se sabe que estos animales producen enfermedades tales como la gastroenteritis, la disentería, el cólera, la lepra, la fiebre tifoidea, la salmonelosis, las infecciones urinarias, las enfermedades parasitarias que producen quistes de hidatidosis en el hígado, enfermedades por protozoos como la mano, pie y boca, la poliomielitis, los vectores de hepatitis y la expansión de hongos en los pulmones, entre otras…
Una muestra más de la voluntad criminal de los organismos internacionales, de las políticas nutricionales del gobierno de España, de los difusores de mentiras como los medios comprados por las élites satánicas y del modo en el que, en este caso, nos van a imponer sus porquerías en los alimentos que compramos en los supermercados, cada vez más caros y en la línea de la editorial: hay que eliminar al pequeño productor agrícola y al ganadero porque impide que sus empresas, como Blackrock y Vanguard, controlen la industria alimentaria mundial.
Ya tienen en su poder todo lo referido a las finanzas, las cuentas de los estados, sus nefastas políticas, pero les queda lo que nos llevamos a la boca. ¡Hay que ser miserables, malnacidos y psicópatas, hay que ser ignorantes y malvados para hacerse eco de lo que les dicen organizaciones tan mafiosas como la FAO, que reciben órdenes de la ONU!
Diríase que estos sujetos dan tanto asco como las cucarachas, pero yo diría que inspiran aún más. Estos animales, a pesar de su repugnante aspecto, no tienen la culpa de ser cómo son, pero estos líderes, cómplices de un genocidio, son mucho peores porque saben lo que hacen, son conscientes de lo que dicen, de que se dejan vender por mucho dinero, mucho más del que pudieron imaginar en algún momento de su miserable existencia.
¿Qué es peor entonces? Si la foto del artículo es vomitiva, ver a estos malvados dan más ganas de regurgitar.
¡Qué se las coman ellos, aunque, por desgracia, prefieren el sabor del adrenocromo que sacan de los niños que torturan!
Fuente: El diestro
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