La agenda de cambio climático de las ONU está diseñada para matar de hambre y matarlos, no para "salvar el planeta"
El derecho a la alimentación, un concepto consagrado en el derecho internacional como un derecho humano fundamental, ha sido durante mucho tiempo una piedra angular de la política de las Naciones Unidas (ONU). El derecho humano a la alimentación fue reconocido formalmente en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) de 1966. Hubo un tiempo en que los gobiernos se unieron para garantizar el derecho a un nivel de vida adecuado, incluida una alimentación suficiente, y exigieron a los Estados que adoptaran medidas para garantizar este derecho.
Sin embargo, las Naciones Unidas y otros organismos intergubernamentales están promulgando políticas que amenazan las operaciones agrícolas, dificultando el cultivo de alimentos, al tiempo que restringen el acceso a alimentos culturalmente apropiados y aumentan el costo de ciertos alimentos que no son "sostenibles" a los ojos de la élite.
La intención humanitaria original de la ONU está siendo reemplazada por nefastas agendas climáticas
Creada en 1945, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se creó para garantizar la seguridad alimentaria mundial, con su lema "Fiat panis" (Que haya pan) que refleja su misión. La FAO, con sede en Roma y compuesta por 195 Estados Miembros, desempeña un papel crucial en la promoción de las prácticas agrícolas y la lucha contra la inseguridad alimentaria. El papel fundamental de la FAO en la Revolución Verde de las décadas de 1960 y 1970 impulsó significativamente la producción mundial de alimentos, especialmente en Asia y América Latina. Sin embargo, los costos ambientales de esta era, como la contaminación del suelo y la aparición de plagas resistentes, ponen de relieve las complejas compensaciones involucradas en el proceso de garantizar la seguridad alimentaria.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), que históricamente se ha centrado en aliviar la inseguridad alimentaria en los países de ingresos bajos y medios, está destruyendo sistemáticamente el derecho a la alimentación mediante la adopción de políticas de cambio climático que amenazan la producción de alimentos, fertilizantes y energía en todo el mundo. Por estas razones, la ONU de hoy está diseñada para hacer que sea más difícil pagar los alimentos, mientras mata lentamente a la población a través del hambre y la desnutrición (enfermedad).
La agenda de la ONU sobre el cambio climático amenaza la seguridad alimentaria a nivel mundial
La agenda climática de la ONU, particularmente después de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992, ha influido cada vez más en las políticas alimentarias y ha hecho subir el costo de la energía, los fertilizantes, la carne y, en última instancia, los precios de los alimentos. El énfasis en el monocultivo y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura ha llevado a políticas que limitan la diversidad y la accesibilidad de los alimentos, afectando particularmente a las dietas tradicionales.
Un aspecto más controvertido de la política alimentaria de la ONU es la promoción de "dietas saludables sostenibles" por parte de la FAO y la OMS. Estas directrices, impulsadas por la agenda mundial del cambio climático, abogan por ciertos tipos de dietas basadas en plantas al tiempo que desalientan el consumo de carne, lácteos y otros productos animales.
La FAO y la OMS han dado prioridad a las directrices dietéticas que reducen las emisiones de CO2 de la producción de alimentos. Este enfoque refleja una forma de colonialismo cultural, que impone agendas de cambio climático a diversas poblaciones globales que tienen tradiciones alimentarias establecidas desde hace mucho tiempo. Estas políticas de cambio climático socavan las prácticas alimentarias locales y el derecho a una dieta culturalmente apropiada. La imposición de estas directrices ignora la importancia histórica y cultural de las dietas tradicionales y no aborda los beneficios nutricionales de los alimentos de origen animal. Para empeorar las cosas, las dietas basadas en plantas que se imponen en las diversas culturas del mundo a menudo se basan en prácticas agrícolas de monocultivo y no tienen en cuenta la biodiversidad y la nutrición de las plantas nativas. La agenda de cambio climático de la ONU y el Foro Económico Mundial también está preparando el escenario para el desarrollo de carnes sintéticas y una industria alimentaria que incorpora insectos en los productos alimenticios.
El fraude de la PCR y la tiranía del confinamiento exacerbaron el hambre y la desnutrición en todo el mundo
La FAO, junto con otras entidades de las Naciones Unidas, supervisa la seguridad alimentaria a través de informes como el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI). A pesar de los notables avances logrados en la reducción del hambre en el mundo hace décadas, la centralización del gobierno y la aceptación generalizada de propuestas tiránicas han dado lugar a nuevos desafíos. Uno de los desafíos más recientes son las "pandemias" planificadas de antemano que se ven exacerbadas por el fraude en las pruebas PCR. El uso masivo de pruebas PCR para coronavirus formó la base para los confinamientos y nuevas restricciones durante el escándalo de COVID-19. En última instancia, estos confinamientos estrangularon la industria alimentaria y amenazaron las oportunidades de las personas para ganarse la vida y comprar alimentos.
Los confinamientos y las restricciones a la autonomía de reunión y de las personas físicas pusieron de manifiesto la fragilidad de los sistemas alimentarios mundiales, lo que provocó pérdidas generalizadas de puestos de trabajo y reducciones de ingresos, al tiempo que empujó a millones de personas a la pobreza extrema y el hambre. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, fue totalitario en su enfoque, suprimiendo la actividad humana, controlando el movimiento y el comportamiento y discriminando a los "no vacunados" de la sociedad. Esto dio lugar a dificultades económicas desbaratadas y a la pérdida de oportunidades para que millones de personas se ganaran la vida.
Las evaluaciones preliminares estimaron que los confinamientos añadieron entre 83 y 132 millones de personas al número de personas desnutridas en todo el mundo. A pesar de estos graves impactos, la respuesta de las Naciones Unidas y sus organismos, incluida la FAO, a menudo no abordó de manera crítica el papel de las medidas de confinamiento en la exacerbación de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, que conducen a enfermedades graves. Estos confinamientos y restricciones continuarán con el pretexto de "salvar el planeta" del cambio climático. Por estas razones, millones de personas más morirán de hambre y desnutridas bajo las políticas totalitarias de la ONU que diseñan hambrunas globales y escasez de alimentos bajo el pretexto de "salvar el planeta".
Fuente; Natural News
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