Con la mosca detrás de la oreja

¿Dengue o radiación 5G?

Marzo 31, 2024 - 11:59
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Con la mosca detrás de la oreja

“Con la mosca detrás de la oreja” es una expresión coloquial que se utiliza ante una situación de incertidumbre sospechosa de comportar un mal. El origen de esta frase se encuentra en la propia naturaleza del insecto, esto es, la tradicional “mosca cojonera”, y con relación a la costumbre que tiene el necrófago de zumbar detrás de las orejas; aunque también la expresión podría tener un referente menos biológico, ahora dentro del ámbito castrense, como la mecha (la mosca) que se colocaba detrás de la oreja antes de proceder a disparar los antiguos arcabuces. Ambas acepciones nos sirven.

En el uso de la citada expresión, confesamos que con similar “mosqueo” andamos hoy quienes decidimos hace unos años (desde la gran mentira de la plandemia de 2020) apagar la “caja tonta” y buscar información veraz fuera del discurso oficialista difundido desde los altavoces del Estado para el buen pacer de la cabaña.

Y es que “entre pillos/moscas anda el juego” –valga la nueva sentencia—, pues sobre aquel “señor que decían que lo era de las moscas”, de cuyo nombre no resulta BAAladí acordarse, recae el “mosqueo” que ahora nos ocupa y que se manifiesta en forma de plaga de mosquitos de séptimo sello, por aquello del zumbido trompetero del Apocalipsis… ¡Vaya usted a saber!

Vayamos al caso. Ocurre que nuestros hermanos, en la lengua y en el sentimiento allende la Mar Océana, están siendo atacados desde las alturas por una fuerza de la naturaleza extraordinaria que adopta, paradójicamente, la forma de mosquito. Brasil, Perú y México encabezan la nómina de países más afectados por el virus del dengue, que se extiende a toda América del Sur en diferente grado y que últimamente parece cebarse con Argentina.

Ahora bien, no estamos hablando de un insecto cualquiera, porque estos dípteros “chupasangres”, aparte de transmitir el dengue hemorrágico, se comportan de un modo insólito; pues parece que establecen estrategias inteligentes, tanto en lo que respecta a la selección de sus víctimas como en la acotación de su zona de operaciones.

Extraño caso el de estos bichitos, que nos hace retroceder al recuerdo de aquellos otros animalitos inofensivos, pangolines y murciélagos, que también sirvieron, en los prolegómenos del gran fraude de 2020, de cobertura a la introducción de un falso virus que nadie jamás aisló, con el resultado que todos conocemos y casi nadie parece recordar.

¿Cómo explicarles a ustedes que nos hallamos ante otra pantomima cruel de alcance universal? Una nueva satánica perversión, patrocinada desde las mismas instancias que enarbolan la bandera de la hipocresía más abyecta en forma de filantropía billgatesiana (Bill Gates posee una enorme granja en Medellín, Colombia, donde produce 30 millones de mosquitos a la semana), que, llevada sin ningún asomo de humanidad al terreno del buenismo demagógico, se enfunda el disfraz de mosquito carnavalero para cobrarse su cuota de víctimas adscrita a una presunta enfermedad del dengue.

Haciéndonos eco de la noticia difundida por uno de los pocos canales dignos hoy de poder intitularse de “información”, La Quinta Columna, liderado por Ricardo Delgado, podríamos estar asistiendo a un nuevo engaño perpetrado por las oscuras élites que nos gobiernan desde las hediondas cloacas, no ya de los estados, de los que apenas asoma ya una brizna de soberanía por hipotecar, sino de las instituciones globalistas encargadas de “velar” por una humanidad aborregada y convencida de que el pastor nunca descargará el fatal golpe sobre ella.

La noticia arranca del brote de presunto dengue que azotó la provincia de Tucumán, en el noroeste argentino, hace ahora un año, y que, en la actualidad, vuelve a recrudecerse con un aumento del 56% de los casos (178 al día). En este sentido, vuelve a estar de actualidad, con mayor peso si cabe, lo aducido por La Quinta Columna con relación al origen del presunto brote de dengue, que señalaba a la radiación electromagnética como causante de una sintomatología propia del síndrome de irradiación aguda.

Se basaba el bioestadístico Ricardo Delgado en la evidencia, fruto de los datos aportados por los medios de información argentinos, de que el brote se circunscribía a un espacio muy limitado coincidente con la presencia de tres potentes antenas de telefonía 5G, produciendo un efecto de concentración electromagnética por triangulación, y donde los ciudadanos allí residentes habrían sido víctimas de la exposición intensa a una radiación de 26 Ghz. Se constataba, así mismo, como fuera de ese reducido límite urbano la enfermedad no se extendía, lo cual resultaba muy extraño, dado que estos dípteros cuentan con un par de alas sobre el tórax; o sea, que vuelan y tienen querencia a buscar el alimento.

Las autoridades se apresuraron a señalar a un arbovirus (DENV) transmitido por los mosquitos como el causante de la enfermedad del dengue, a la que atribuían toda la sintomatología manifestada por los afectados: dolor articular, muscular y de cabeza, fiebre y diarrea, cansancio, para, a continuación, difundir las bondades de la preceptiva vacuna (al módico precio de 135 dólares las dos dosis previstas) que habría de revertir la situación.

A día de hoy, la epidemia continúa al alza en prácticamente toda América del Sur, sin que ni los pesticidas ni las nuevas inoculaciones, convenientemente aderezadas con grafeno, consigan mitigar el avance del número de afectados (400.000 casos solo en Brasil y 64 muertos desde comienzos de 2024). Todo lo contrario, y según la opinión del bioestadístico, la interface introducida en las vacunas contra el dengue amplifica los efectos de esa radiación dejando a la víctima completamente desahuciada.

Quizás sea el momento de sacar “la mosca” de detrás de la oreja y prender la mecha de esa sentencia postrera, aquella que juzga a locura el hecho de que “matar moscas a cañonazos” sea la mejor de las soluciones.

De Pascual Uceda Piqueras de Alerta Digital

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