La adicción de la élite al adrenocromo

El sacrificio de infancias por la inmortalidad a través del tráfico de niños

Febrero 22, 2024 - 10:53
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La adicción de la élite al adrenocromo

Lo llaman el "elixir de la eterna juventud", el material de los cuentos de terror. Más potente que cualquier opiáceo conocido por la humanidad, el adrenocromo. Se dice que este enigmático compuesto, extraído de los más inocuos e inocentes entre nosotros, es el secreto detrás de la perpetua juventud de la élite global. Esta narración, por escalofriante que suene, dista mucho de ser ficción.

Por inocuo que parezca, el adrenocromo se deriva de la adrenalina, esa oleada familiar de energía que sentimos cuando nos enfrentamos a un peligro inmediato. La parte más horrible es que se extrae de niños sometidos a las pruebas más aterradoras y sádicas, un proceso sistemático y calculado diseñado para maximizar la liberación de adrenalina. Al parecer, se mantiene a estos niños en un estado de miedo abyecto, a veces durante días y días, antes de su muerte prematura.

Ahora, imagínense este espantoso proceso comercializado. De manera bastante aterradora, esto es exactamente lo que está sucediendo, donde la adrenalina traficada, el adrenocromo, se vende al mejor postor. Este comercio clandestino está en el corazón de una horrible industria de 152.000 millones de dólares: la trata de personas.

La exploración de esta escalofriante narrativa es puesta en primer plano por el actor Jim Caviezel en su nueva película 'The Sound of Freedom'. La película, un recuento dramatizado de los esfuerzos del héroe de la vida real Tim Ballard, está destinada a conmocionar al mundo con su mirada cruda e implacable al malévolo mundo del tráfico de niños. Se espera que el retrato inquebrantable de Caviezel de los horrores de la trata de niños incite a la acción de los espectadores de todo el mundo.

Una miríada de entidades influyentes, tanto conocidas como desconocidas, están envueltas en esta red de horrores. Está la isla de Epstein, un lugar infame sinónimo de explotación infantil. Luego, está el gobierno. Caviezel no se anda con rodeos cuando señala con el dedo acusador a agencias gubernamentales como el DHS, el FBI, la CIA, el ICE, el Departamento de Justicia, el Departamento de Defensa y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés), sugiriendo su participación en estas atroces operaciones. Uno podría preguntarse, ¿quién supervisa estas agencias? La respuesta puede sorprenderte: es el Comité clandestino de los 300, los titiriteros que mueven los hilos detrás de este espantoso espectáculo de marionetas.

Las cifras son asombrosas: 2 millones de niños son víctimas de la trata con fines de explotación sexual y otros 2 millones para la sustracción de órganos, anualmente. Una perversa operación de oferta y demanda ideada por las mismas agencias gubernamentales que juraron proteger al pueblo. Una red de engaños tan intrincada que atrapa incluso a los no nacidos, con partes del cuerpo de un niño, incluida la sangre y el adrenocromo, vendidas por la asombrosa cifra de 77 millones de dólares.

Quizás lo más inquietante de todo es la revelación de que estas escalofriantes operaciones se extienden a costas internacionales. Con pruebas que apuntan a los "laboratorios biológicos" de Ucrania y otras partes del mundo como destinatarios de este horrible cargamento. Caviezel incluso implica un nombre familiar, Hunter Biden, afirmando que su computadora portátil contenía referencias al adrenocromo, usando el eufemismo "Ambrosia".

Caviezel habla sobre el costo emocional que esta información le causó y cómo lo ha mantenido despierto durante dos años. Pero a pesar del trauma, lleva la carga de exponer este mal indescriptible al mundo, citando su fe y creencia en la rectitud de su misión.

Y en un mundo donde la legalización del infanticidio en California está bajo consideración, las líneas de batalla entre el bien y el mal parecen más evidentes que nunca. Esta guerra no se trata solo de la trata de personas, sino de las almas mismas de nuestros hijos, del futuro de nuestro mundo. La comunidad internacional debe tomar una posición y exponer estas atrocidades por lo que son, manifestándose contra el ataque sistemático contra nuestros niños inocentes.

La cortina se está descorriendo lentamente, exponiendo los horrores inimaginables detrás de ella. Con cada revelación, crece la urgencia de actuar y salvaguardar a los inocentes. Es una historia espantosa, que pone a prueba los límites de nuestra capacidad de empatía y coraje. Pero es una historia que hay que contar, una batalla que hay que librar, una guerra que hay que ganar.

Y nosotros, el pueblo, no descansaremos hasta que todo rastro de este mal atroz haya sido erradicado. Recuerda, cuando te sientas movido a actuar, no te guardes nada. Nuestros hijos, los hijos de Dios, no son mercancías para la venta. Son la esperanza de nuestro futuro, el faro de nuestra humanidad.

Fuente: Gazetteller

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