España clama contra el turismo basura de garrafa
El turismo aumenta los precios y está llevando a un empobrecimiento de cada día más españoles. El turismo es la principal causa del embrutecimiento de las tiendas, los restaurantes y la cultura en general. En las ciudades más visitadas de España hay barrios donde se expulsa a los residentes. Esto es especialmente cierto en Barcelona y Málaga, donde la gente se están movilizando para exigir que el turismo se mantenga en ciertos límites.

“¡Basta! Límites al turismo”. Eses es uno de los lemas con el que el sábado miles de personas, alrededor de 3.000, según las autoridades, salieron a las calles de Barcelona para mostrar su rechazo a la masificación turística y sus efectos para los vecinos. Los manifestantes se concentraron en las Ramblas y avanzaron hacia la Barceloneta, dos de los puntos más frecuentados por turistas. Durante su marcha mostraron lonas y carteles con lemas como “Vecinos en peligro de extinción”, “Barcelona no está en venta” o “Tourists go”
Estaría bien ir pensando en modelos económicos más sólidos que no el turismo barato de garrafa que impera en casi toda España. Queremos turismo, pero no cualquier turismo a cualquier precio. Es odioso no poder moverte ni ir a ningún lado donde vives porque está lleno de turistas. Caso aparte es el comportamiento de algunos turistas, que deja mucho que desear.
El turismo es absolutamente incompatible con un modo de vida sostenible. Durante mucho tiempo, el turismo se ha beneficiado de una forma de indulgencia de la crítica social de la que no han disfrutado otras industrias. Y, en efecto, el turismo se ha asociado a valores positivos. Se dice que es un factor de desarrollo de las regiones pobres, un factor de paz, un factor de salvaguardia del patrimonio, un factor para impulsar relaciones interculturales, de conocimiento del otro y de apertura de las mentes…
El turismo ha acabado con el espíritu del viaje: el descubrimiento ya no es su motivación, la exploración ya no es su motor, la evasión cultural ya no es su deseo. Hoy en día, el turismo es mero entretenimiento, síntoma de la degradación de la vida cotidiana, que una minoría de privilegiados compensa olvidándose temporalmente del mundo.
Pero además, el turismo es desde hace tiempo una industria tóxica. Durante décadas se benefició de una indulgencia de la que no disfrutaban otras industrias, asociándola a valores positivos: el turismo era un factor de desarrollo, de paz, de salvaguardia del patrimonio, de interculturalidad, de protección de la naturaleza… Pero últimamente se está resquebrajando este consenso que hacía del turismo la madre de todas las virtudes.
El turismo es una actividad depredadora que está contribuyendo a que en zonas como Málaga, Barcelona, Canarias y Baleares se rompa el equilibrio social y que los españoles pierdan poder adquisitivo.
En los enclaves masificados se asiste desde hace tiempo a una saturación turística con un grave impacto en la vida cotidiana: ya no se puede vivir y trabajar con normalidad, y el acceso a la vivienda se vuelve casi imposible, expulsando la vida local a la periferia. El turismo se ha convertido en una industria totalitaria que afecta al conjunto de la vida de las personas, cuyo descontento no deja de crecer.
Reconocer toda esta realidad no es turismofobia, sino una reflexión política que no puede ser tachada de patológica ni descalificada por un diagnóstico médico. Criticar el turismo apunta más ampliamente al modo de vida de nuestra sociedad de consumo. Y en ese sentido, no existe el buen turismo ni el mal turismo, sólo distintos grados en la escala de la nocividad. La única alternativa al turismo sería dejar de practicarlo.
Fuente: Alerta digital
¿Cuál es tu reacción?






