Museo Getty de Los Ángeles
¡Una fortaleza pedófila con 12+ pisos subterráneos, que alberga a 2 millones de mujeres y niños para rituales satánicos, en medio de la corrupción de la élite!

El Museo Getty de Los Ángeles, un faro de la cultura y el arte, está acusado de enmascarar un vientre siniestro, una revelación tan explosiva que rompe el barniz de la santidad intocable de la élite. Steven D. Kelley, una vez un informante, ahora convertido en denunciante, rasga el telón de esta farsa, exponiendo las profundidades de la depravación en la que se hundirá la élite global, todo bajo el disfraz de filantropía y servicio público. ¿Sus acusaciones? Nada menos que una vasta ciudad subterránea de opulencia y horror, justo debajo de uno de los monumentos más visitados de Los Ángeles.
Kelley, con sus credenciales como ingeniero electroóptico y su experiencia en la CIA/NSA, no es un alarmista improvisado. Es un hombre que ha visto detrás del velo, que está harto del juego de sombras, y decidió hacer sonar el silbato, alto y claro. Según él, el Getty no es solo un museo; es la entrada al mismísimo infierno, un sofisticado escondite para los rituales más viles imaginables.
Imagínese, si quiere, un viaje en ascensor, no hacia la iluminación o la edificación cultural, sino descendiendo a un dominio de decadencia y oscuridad. Kelley pinta una imagen de un lujoso spa que avergonzaría a los emperadores romanos, sentado en lo alto de una mazmorra donde la élite se entrega a rituales satánicos. Aquí, en las entrañas de la tierra, los niños desaparecidos y las personas sin hogar no son solo estadísticas; Son carne de cañón para lo indecible.
Esto no es una hipérbole. Es una acusación calculada contra aquellos que durante mucho tiempo se han creído irreprochables, escondidos detrás de las ostentosas paredes del Getty. Las impenetrables defensas del museo, sus pasillos secretos que conducen a una red subterránea de lujo y tormento, todo ello dirigido por lo que Kelley llama los "espeleólogos", élites atrapadas en el satanismo intergeneracional.
¡Hay que verlo! – El arsenal divino de Trump: ¡Desatando una poderosa oración para aplastar a la cábala satánica y hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande!

Las revelaciones de Kelley sobre la red de DUMBs (Bases Militares Subterráneas Profundas) unidas por trenes supersónicos de levitación magnética van más allá de la mera conspiración. Son un testimonio de una horrible realidad paralela, en la que la élite no solo participa en atrocidades, sino que las celebra, protegida por su riqueza y el silencio cómplice de sus pares. Este laberinto subterráneo no es solo para mostrar; Es el corazón de su poder, su santuario desde donde mueven los hilos.
Pensar que el Getty, con sus colecciones de arte y maravillas arquitectónicas, no es más que una fortaleza que oculta estas profundidades de la depravación humana es enfrentarse a una verdad tan inquietante que haría que incluso el escéptico más acérrimo se detuviera. Las afirmaciones de Kelley sobre mazmorras satánicas y sacrificios rituales debajo del museo desafían nuestra comprensión del poder, el privilegio y la perversión.
Lo que es aún más condenatorio es el supuesto propósito de la red: no solo un refugio para los depravados, sino un bastión contra cualquiera que se atreva a desafiar el statu quo. La mención de los Protocolos de Sión y los "metropolitanos" no es solo un guiño a las conspiraciones históricas; Es una declaración de que las sombras tienen profundidad, y dentro de ellas acechan no solo monstruos, sino arquitectos de un orden mundial empeñado en mantener su dominio a cualquier precio.
Kelley, con una claridad que atraviesa la fachada meticulosamente curada del mundo del arte, expone el Getty no como un santuario de la cultura, sino como una fortaleza de depravación. No se trata de un mero depósito de arte; es un Arca diseñada para que la llamada realeza sobreviva al apocalipsis, desprovista de cualquier necesidad legítima de la seguridad de grado militar que encubre otros sitios de poder bajo el disfraz de la seguridad nacional. Sin embargo, aquí radica la paradoja: el Getty, accesible y sereno, alberga una capacidad de violencia contra cualquiera que se atreva a desafiar su verdadero propósito.
La arquitectura del museo, con su torreta absurdamente fortificada frente al corazón palpitante de Los Ángeles, no es una elección de diseño caprichosa. Es una declaración de poder, un presagio potencial de destrucción disfrazado de obra de arte. ¿Qué locura es sugerir que esta estructura, tan fuera de lugar, es algo más que una amenaza velada o una locura monstruosa?
El Getty, según Kelley, es el epítome de este mundo oculto, un paraíso a nivel de la superficie construido sobre un inframundo de horror. Los llamados avances de nuestra sociedad, la evolución del feudalismo a la modernidad, no son más que una cortina de humo para la esclavitud que prospera en las sombras, ahora más insidiosa porque se esconde a plena vista.
El llamado de Kelley a las armas con #OccupyTheGetty no es un alegato a la negociación, sino una demanda de revolución. No se trata de la protesta desorganizada de unos pocos marginados, sino de un ataque estratégico contra el corazón de un imperio corrupto. La demanda es clara e innegociable: LIBEREN A LOS NIÑOS. La audacia de la afirmación de que debajo de los pisos pulidos del Getty yacen cautivos, niños atrapados en una red de depravación de la élite, exige atención no porque sea impensable, sino porque suena aterradoramente plausible en una era plagada de revelaciones de las transgresiones de la élite.
Esto no es una invitación al diálogo. Es un grito de guerra contra una fortaleza que, hasta ahora, ha permanecido indiscutible, envuelta en la legitimidad que confieren el arte y la cultura. El Getty, tal y como lo retrata Kelley, no es sólo un museo, sino un baluarte de las indulgencias más viles, donde los poderosos satisfacen sus deseos más oscuros protegidos por la riqueza y la influencia.
Fuente: Gazetteller
¿Cuál es tu reacción?






