SIDA otro virus invisible

Hubiera sido más correcto que dijese “enfermos de SIDA”. Porque el SIDA existe, pero el VIH no. No, señor lector, no desvarío.

El famosísimo virus de inmunodeficiencia humana, al igual que el sars-cov-2 y el virus de la viruela del tonto (o la almorrana del mandril), no existe.

Respecto de éstos 2 últimos, ya se han publicado las pruebas legales. (2)

Respecto al VIH hemos de remontarnos a 1997 en Gotinga, Alemania, donde se celebró un juicio contra un médico, por el presunto homicidio imprudente de enfermos, supuestamente perpetrado con sangre de donaciones contaminada de VIH.

El virólogo alemán Stefan Lanka compareció al tribunal para pedirle que, previamente a la condena, encontrase un científico, en Alemania o en el resto del mundo, que declarase bajo juramento tener pruebas científicas de la existencia del supuesto arma homicida, el VIH. No apareció ninguno, y el acusado hubo de ser absuelto. (3)

Ocurrió algo parecido con el virus del sarampión. El mismo Stefan Lanka ofreció 100.000 € a quien demostrase haberlo aislado. Tras un breve revés judicial en primera instancia (que es lo que aparece en las páginas de newtral, maldita y todos esos cantamañanas) finalmente se demostró que nadie lo había aislado. El tribunal de apelación desestimó la reclamación de un estudiante que aspiraba a cobrar esa suma. (4)

Quien quiera conocer la verdad sobre la historia del VIH, y que se trata de otro pingüe negocio para las farmacéuticas a costa de muchas vidas –el enésimo-, que escuche a D. Alfredo Embid, hoy fallecido, y sabrá quién (el famoso Dr. Fauci), cómo y por qué inventó el VIH. En media hora se echan por tierra un puñado de “verdades indiscutibles”. (5)

Con el SIDA, como con la covid, existe la paradoja de que son enfermedades que existen, pero no están causadas por el virus al que se le atribuyen. El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida lo producen, como siempre lo han producido, numerosas enfermedades que atacan al sistema inmunitario. Una de ellas, importantísima, el miedo.

Por su parte, COVID es el nuevo nombre utilizado para denominar al síndrome de irradiación aguda. Esta redefinición ha permitido atemorizar a la población semoviente. (6) El colmo es que, ahora que ya muchos sabemos que no existe el sars-cov-2, porque nos lo ha dicho el propio Ministerio de Sanidad (2), Perro Sánchez acaba de crear la figura del “agente covid”, (7) a mitad de camino entre el comisario político y el vulgar chivato, contratado a dedo -lo que garantiza su adhesión inquebrantable al jefe-, y con consideración de agente de la autoridad.

Y me pregunto yo, si hay agente covid, ¿por qué no lo hay también para la sífilis, la cirrosis hepática, el cáncer de pulmón o las quemaduras solares?

Estimado lector, no se deje engañar. Y si lo hace, le ruego que no me salpique con los efectos de su miedo. Póngase Vd. todas las inyecciones que quiera, enciérrese en casa y aplauda a sus carceleros, intoxíquese con su propio CO2 -para luego demonizar el que desprende mi coche-, arruínese y suicídese, si lo desea, pero, por favor, déjeme tranquilo.

Fuente: El Diestro