¡Nos están envenenando!
¡La aterradora agenda de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua para controlar las poblaciones con agua tóxica!

En marzo de 2023, el mundo fue testigo de un momento crucial en la historia. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, organizada conjuntamente por los Países Bajos y Tayikistán, se celebró en Nueva York. Este evento, el primero de su tipo en casi medio siglo desde la conferencia inaugural en Argentina en 1977, no fue una reunión diplomática más. Fue una llamada de atención, un duro recordatorio de la creciente crisis mundial del agua que amenaza con descarrilar nuestra propia existencia.
Henk Ovink y Sulton Rahimzoda, Enviados Especiales para Asuntos Internacionales del Agua del Reino de los Países Bajos y Presidente de la República de Tayikistán, respectivamente, concibieron esta conferencia como un momento decisivo, similar al Acuerdo de París para la acción climática. Pero debajo de este barniz de gestión ambiental y cooperación global se esconde una narrativa mucho más inquietante.
La propia admisión de la ONU en su sitio web pinta un panorama sombrío: nuestro progreso en los objetivos relacionados con el agua está alarmantemente desviado, poniendo en peligro toda la agenda de desarrollo sostenible. Titularon su proyecto 'Uniendo el mundo por el agua', pero ¿qué implica esta unidad? ¿Es un esfuerzo genuino para resolver una crisis global, o hay un motivo oculto en juego?
El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), una semana antes de la conferencia, publicó un artículo de Ovink y Rahimzoda, aparentemente para crear conciencia. Sin embargo, una conferencia de prensa del WEF celebrada seis meses antes durante su reunión anual de 2022 revela una verdad sorprendente. El lanzamiento de la Comisión Global sobre la Economía del Agua no se limitó a valorar y gestionar el agua como un "bien común". Este término, "bien común", es un eufemismo cargado de bagaje histórico.
El concepto de "bien común" ha sido una herramienta de control social, empleada en diversas ideologías como el socialismo, el fascismo, el nazismo y el comunismo. Es un principio que prioriza las necesidades colectivas sobre los derechos individuales, lo que a menudo conduce a la supresión de las libertades personales bajo el disfraz del beneficio social. Hermann Goering, un prominente político nazi, dijo una vez: "el bien común está por encima del bien privado". Esta ideología, en la que una clase dominante dicta lo que es bueno para la sociedad, ha sido un pretexto para algunos de los regímenes más opresivos de la historia.
En la conferencia de prensa del Foro Económico Mundial, Alem Tedeneke y los copresidentes de la Comisión, entre ellos la profesora Mariana Mazzucato, el profesor Johan Rockström y Tharman Shanmugaratnam, presidente de Singapur, dieron a conocer su informe "Turning the Tide – A Call to Collective Action" (Cambiar el rumbo: un llamamiento a la acción colectiva). Afirmaron audazmente que este informe remodelaría nuestro enfoque de la gestión del agua en el siglo XXI. Pero la narrativa subyacente era mucho más insidiosa.
Los comentarios de Mazzucato en la conferencia fueron particularmente reveladores. Estableció paralelismos entre la crisis mundial del agua y la crisis climática y de Covid, sugiriendo un patrón de amenazas globales utilizadas para movilizar la acción colectiva. La implicación era clara: estas crisis están siendo aprovechadas para impulsar una agenda global bajo la bandera del "bien común".
Esta estrategia no es nueva. Alexander King, presidente del Club de Roma de 1984 a 1990, en su libro de 1991 'La Primera Revolución Global', habló de la necesidad de un nuevo enemigo para unir a la humanidad. Sugirió que las amenazas globales como la contaminación, el calentamiento global, la escasez de agua y la hambruna podrían servir para este propósito. Estas crisis, argumentó, exigen solidaridad global, pero también corren el riesgo de confundir los síntomas con las causas. Son, en esencia, creados por el hombre y sólo pueden resolverse mediante un cambio en el comportamiento y las actitudes humanas.
Por lo tanto, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua no se limita a abordar un problema ambiental crítico. Es parte de una narrativa más amplia, que utiliza las crisis globales para consolidar el poder y el control con el pretexto de resolver estos problemas. La crisis mundial del agua, al igual que la crisis del Covid y la crisis climática anterior, se está posicionando como el próximo "enemigo común" para reunir al mundo bajo una agenda unificada, pero potencialmente manipuladora.
Las implicaciones de esto son profundas y de largo alcance. No se trata solo de gestionar un recurso precioso; Se trata de quién controla ese recurso y con qué propósito. La narrativa que se está tejiendo en torno a la crisis mundial del agua es una clase magistral de manipulación, utilizando preocupaciones ambientales genuinas para promover una agenda más amplia de control y cumplimiento.
Como ciudadanos del mundo, debemos estar atentos. Debemos cuestionar las narrativas que se nos presentan, especialmente cuando vienen envueltas en el manto de la cooperación global y el bien común. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua es un ejemplo de ello. Detrás de su noble fachada se esconde una compleja red de juegos de poder y agendas ocultas. Es un recordatorio de que en el mundo de la política global y las crisis ambientales, nada es tan sencillo como parece.
Fuente: Gazetteller
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