España entra en la «era de los insectos» produciendo pienso para los animales

El cambio climático los revaloriza y le abre camino a nuestras mesas. Proteínas de insectos, solución ecológica y sostenible para España

Marzo 19, 2025 - 10:02
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España entra en la «era de los insectos» produciendo pienso para los animales

La crisis climática está impactando en la seguridad alimentaria en muchos lugares del planeta. Con sequías e inundaciones cada vez más frecuentes e intensas que provocan problemas continuos en la cadena de suministro global. En particular en países de bajos ingresos.

Escenario frente al cual, una solución ancestral emerge con fuerza renovada: los insectos. No solo como fuente nutricional resiliente, sino como motor para economías en desarrollo e incluso reactivar zonas productivas en declive.

Además de ser ricos en proteínas, aminoácidos, ácidos grasos, minerales y vitaminas, la cría de insectos requiere pocos recursos y no produce gases de efecto invernadero. Por lo que se considera un alimento «amigo del medioambiente».

Desde hace algunos años, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hace hincapié en la importancia de incluirlos en nuestra alimentación como fuente de nutrientes.

No se trata de ninguna novedad. Aunque la mayoría de los países occidentales muestran cierto rechazo a la alternativa culinaria, en Asia, África y América Latina comer insectos es una costumbre que forma parte del acervo cultural. Son un recurso alimentario presente en muchas culturas y sociedades. La FAO señala que ya se consumen más de 1.900 especies de insectos en el mundo.

En 2015, la Comisión Europea los catalogó como «nuevo alimento» bajo regulación, y en 2023 autorizó la comercialización del grillo doméstico (Acheta domesticus), marcando un hito para la industria.

Curiosamente, no es una absoluta novedad. Plinio el Viejo ya documentó en su Naturalis Historia cómo los patricios romanos deleitaban su paladar con larvas criadas en vino y harina. Pero la Europa moderna perdió esa tradición. Apenas en 2018 estableció un marco regulatorio para su consumo. “Nuevos tiempos exigen nuevas costumbres”, subrayan los defensores de la proteína alternativa.

Nutrición y sostenibilidad: Binomio imbatible

Los números hablan por sí solos: 60 gramos de insectos aportan la misma proteína que un filete de 800 gramos. Además, son ricos en aminoácidos esenciales, hierro, calcio, ácidos grasos omega-3 y vitamina B12. No solo son nutritivos, también versátiles en la cocina.

En México, los chapulines azucarados son una golosina infantil. Tailandia ofrece en los puestos callejeros grillos fritos con especias. Y en Uganda, las termitas se tuestan como snack.

El impacto ambiental es igual de contundente. Según la FAO, los insectos consumen hasta 10 veces menos agua que el ganado tradicional y generan una fracción mínima de gases de efecto invernadero. Su cría requiere menos espacio, se alimentan de desechos orgánicos y pueden cultivarse en entornos urbanos, reduciendo la presión sobre ecosistemas frágiles.

El mercado europeo de insectos comestibles crece —proyectado en 1.000 millones de euros para 2030—, pero superar el «factor asco» cultural es un reto que aún persiste. Gran parte de la población aún frunce el ceño cuando lee que en Bruselas se sirven hamburguesas de gusano de la harina en restaurantes gourmet. La educación es clave. Debemos recordar que en muchos países del mundo ya los consumen. No es exótico, es sentido común.

Millones de personas están incorporando insectos a su dieta de forma regular, según la FAO. La crisis climática exige soluciones inmediatas. Por lo que la pregunta no es si Occidente se unirá a esta tendencia, sino cuándo. En un planeta al límite, los insectos no son una opción: son una necesidad.

proteina de los insectosFreepik

España se monta en la era de los insectos

Aunque el uso alimentario de los insectos para consumo humano todavía es poco frecuente fuera de algunos países, España no quiere dejar pasar la oportunidad de aprovechar la «era de los insectos».

Hay algunas experiencias destacables, como la de Becrit, que elabora batidos de proteínas a base de insectos. O la tienda online Insectum, especializada en la comercialización de alimentos a base de insectos, como grillos, gusanos y langostas en diferentes preparaciones —naturales, al tomate, ahumados, en polvo, bañados en chocolate—, barritas de proteínas, etc.

No obstante, el principal uso actual de los insectos es para la elaboración de harinas destinadas a la nutrición animal. Así como para la producción de fertilizantes, cosméticos, textiles, medicamentos y biocombustibles.

Aunque el 80% de la harina de insectos se destina a pienso para aves, cerdos, acuicultura y mascotas, sus usos trascienden la nutrición animal. La quitina de los exoesqueletos sirve para bioplásticos en la industria textil, cosméticos antienvejecimiento y hasta filtros para tratamiento de aguas.

Como fertilizante, sus excrementos —ricos en nitrógeno— revitalizan suelos degradados. «Cada kilo de larvas procesadas abre múltiples vectores económicos», destaca un informe de la UE.

Pese a su potencial en alimentación humana el «factor cultural» frena su adopción masiva en Occidente. Por ahora, el foco está en sectores menos sensibles. Un cerdo no discrimina entre proteína de soja y de insecto, pero el planeta sí nota la diferencia.

El cultivo de insectos para la producción de harina es una práctica que va en aumento. Actividad de bajo impacto ecológico y económico que se presenta como una alternativa de producción sostenible y fuente de proteínas adecuadas. En España se adelantan dos interesantes propuestas: Tebrio e Insectius.

Mercado en ascenso

La apuesta no es marginal. El mercado global de harina de insectos superará los 1.000 millones de euros para 2030, según Global Market Insights. El mercado de proteínas de insectos se espera que crezca significativamente, con una tasa compuesta anual del 24,1% desde 2022 hasta 2029. Se calcula que alcance un tamaño de mercado de 856,08 millones de dólares en 2029.

Mientras que el mercado de piensos para insectos está proyectado para crecer a una tasa compuesta anual del 14,78% desde 2024 hasta 2032, alcanzando un tamaño de 12.000 millones de dólares en 2032. La harina de insectos es una forma común de estos piensos, lo que sugiere un crecimiento paralelo. El mercado de insectos comestibles, que incluye productos como harina de insectos, se prevé que crezca a una tasa compuesta anual del 47% desde 2023 hasta 2032.

En España, Tebrio recaudó 30 millones para construir la mayor planta de cría del mundo, con 30.000 m² en Salamanca. Mientras que la empresa Insectius —incubada en el TecnoCampus- obtuvo una reciente inyección de un millón de euros para desarrollar un modelo descentralizado.

Tebrio: Gigante español de la proteína de insectos

proteina de los insectosTebrio

En las llanuras de Salamanca, donde antaño pastaban rebaños de ovejas, se erige un símbolo de la vanguardia bioindustrial. La empresa Tebrio, pionera mundial en la cría masiva del Tenebrio molitor —el humilde gusano de la harina—, está construyendo una megafábrica de 90.000 metros cuadrados. Un coloso que rivalizará en tamaño con 12 campos de fútbol.

Con una inversión de 70 millones de euros, el proyecto, bautizado como: oFarm, aspira a producir más de 100.000 toneladas anuales de proteínas, grasas, biofertilizantes y quitosano, (un biopolímero de alto valor). «No solo criamos insectos: diseñamos soluciones para un planeta en crisis», afirma Adriana Casillas, CEO y cofundadora de la compañía, en un comunicado.

Tebrio opera desde una planta de 3.500 m² donde procesa «cientos de toneladas» de los coleópteros. De cada ejemplar se extraen cuatro tesoros. Una proteína en polvo (50% de pureza) destinada a alimentar peces de acuicultura y mascotas. También extraen una grasa rica en ácido láurico que compite con el aceite de palma.

Otro subproducto es un biofertilizante orgánico para revitalizar suelos agotados. Y el quitosano, una molécula extraída del exoesqueleto que cotiza a 7.000 euros el kilo en aplicaciones médicas y cosméticas. «Somos la única empresa que integra toda la cadena, desde la larva hasta productos de nanotecnología», subraya Casillas.

La ambición de Tebrio se cifra en números contundentes. La nueva planta, cuya inauguración se retrasó, pero avanza gracias a una ronda de financiación estratégica, funcionará con 94.000 paneles solares y reciclará el 95% del agua usada.

Su modelo de economía circular promete cero residuos. Hasta los excrementos de las larvas se transformarán en biogás. Con 300 empleos directos previstos, el proyecto no solo busca rentabilidad —»produciremos a 12 euros el kilo, frente a los 35 de 2019″—, sino convertirse en un motor para la España rural.

proteina de los insectosTenebrio molitor / Wikimedia Commons

Tenebrio melitor

El Tenebrio molitor, comúnmente conocido como gorgojo de la harina o gorgojo del trigo, es un insecto de la familia de los tenebriones. Es una larva que se utiliza a menudo como fuente de alimento para animales, así como un potencial alimento para humanos debido a su alto contenido de proteínas y nutrientes.

  • Ciclo de Vida: Pasa por varias etapas: huevo, larva, pupa y adulto. La etapa larval es la más consumida.
  • Hábitat: Se encuentra comúnmente en productos almacenados, especialmente granos y harina.
  • Nutrición: Las larvas son ricas en proteínas, grasas saludables y otros nutrientes, lo que las convierte en un superalimento potencial.
  • Uso sostenible: La cría de Tenebrio molitor se considera una alternativa sostenible a la producción de carne convencional.

Paradigma de innovación tecnológica

Aunque el 98% de su producción se orienta a alimentación animal, el quitosano abre puertas a mercados premium. En laboratorios europeos ya se prueban apósitos quirúrgicos que aceleran la cicatrización en un 30%, fibras textiles antibacterianas para ropa deportiva y filtros capaces de capturar metales pesados en aguas contaminadas con un 92% de eficacia. Un solo insecto puede valer 50 euros si se explotan todas sus moléculas.

El camino, sin embargo, no está exento de obstáculos. Tebrio defiende su modelo centralizado: La escala permite precios disruptivos, argumenta la empresa. Pero la regulación europea —que solo autoriza proteína de insecto para acuicultura y mascotas— y las barreras para certificar el quitosano en sectores como la medicina frenan su expansión. «Necesitamos marcos legales ágiles. La bioeconomía no puede esperar», reclama la CEO.

Con 40 patentes registradas y proyectos en 15 países, Tebrio encarna un paradigma en el cual la innovación biotecnológica y la sostenibilidad convergen. Sus cifras hablan de máxima eficiencia.

Producir un kilo de proteína requiere 1.500 litros de agua (frente a los 15.000 del vacuno) y genera solo 1 kg de CO₂ equivalente (vs. 27 kg de la carne de res). «No vendemos insectos: vendemos futuro», sentencia Casillas. Un futuro que, desde Salamanca, podría redefinir cómo alimentar, vestir y curar al mundo.

proteina de los insectos

Insectius: Descentralizar y democratizar

Insectius se posiciona como un actor clave en la evolución del sector agrícola y ganadero en España. Comenzó a operar en 2022 y realizó su primera ronda de financiación en noviembre de 2023. A diferencia de otras empresas que apuestan por grandes factorías, promueve la descentralización de la producción de harina de insectos.

Parte de la premisa de que la descentralización reduce costos logísticos y acerca la producción a los puntos de consumo. Además, es una solución accesible y rentable para emprendedores y propietarios de terrenos sin uso.

Por lo que su próximo paso es la instalación de granjas contenedor de insectos en todo el territorio español. La compañía busca democratizar el acceso a una solución sostenible y rentable. Un recurso con aplicaciones en nutrición animal, agricultura e industria.

«Las posibilidades que ofrece la cría de insectos son muchas. Además, se trata de una actividad que representa una interesante oportunidad de negocio, ya que requiere un espacio mínimo y se puede realizar tanto en zonas rurales como urbanas», destaca Insectius. Otra ventaja es que los insectos se transportan fácilmente y suelen ser sencillos de criar sin tener demasiada capacitación.

Modelo circular

La ‘startup’ española utiliza un modelo de producción circular, optimizado mediante tecnología. Se especializa en la cría de Hermetia illucens, conocida como mosca soldado negra (BSF), un insecto voraz que transforma residuos orgánicos en proteína de alta calidad.

«Esta actividad, de bajo impacto ecológico, se presenta como una alternativa de producción sostenible y fuente de proteínas adecuadas, por ejemplo, para elaborar pienso para animales de producción como aves, cerdos, piscifactorías o incluso para mascotas», explica la empresa.

Según la FAO, el proceso —parte de un modelo de producción circular— reduce hasta un 70% los desechos agrícolas y consume 50 veces menos agua que la ganadería tradicional. Insectius asegura que su tecnología permite a emprendedores y dueños de terrenos infrautilizados generar ingresos con mínima inversión y huella ecológica.

Hermetia illucens

proteina de los insectosHermetia illucens /Wikimedia Commons

La Hermetia illucens, comúnmente conocida como la mosca negra soldado, es un insecto perteneciente a la familia Stratiomyidae. Es originaria de América, pero se ha extendido a otras partes del mundo.

  • Ciclo de vida: Pasa por cuatro etapas: huevo, larva, pupa y adulto. Las larvas son especialmente conocidas por su capacidad para descomponer materia orgánica y se utilizan en compostaje.
  • Beneficios ambientales: Las larvas se alimentan de desechos orgánicos, como restos de alimentos y estiércol, ayuda a reducir la contaminación y promueve la salud del suelo.
  • Uso en la industria: La Hermetia illucens se utiliza en la producción de biocombustibles y como fuente de proteína para la alimentación animal, ya que sus larvas son ricas en nutrientes.
  • Insecto no vector: No es conocido por transmitir enfermedades a humanos o animales, lo que la convierte en una opción segura en la gestión de residuos y la producción de alimento.

Transparencia y sostenibilidad

En sus inicios, recuerda Raúl Reyes, cofundador y CEO de Insectius, hubo quienes les aseguraban que especies de insectos como el tenebrio o el grillo podrían usarse como base para la alimentación animal. Sin embargo, al hacer los cálculos, se dieron cuenta de que los márgenes eran insostenibles.

Fue entonces cuando decidieron diferenciarse.»Optamos por ser muy claros y abiertos con lo que hacemos, explicando por qué apuntamos a la mosca soldado negra, cuáles son nuestros costes y cómo funciona todo el proceso», explica. Esa transparencia, dice, ha sido clave para ganarse la confianza tanto del público como de la industria.

Enfoque que les permitió recuadar un millón de euros en financiación y un puesto en la vanguardia de la revolución entomológica en España. Su apuesta: granjas contenedor descentralizadas que producen harina de Hermetia illucens (mosca soldado negra o BSF), un superalimento para animales con un 45% de proteína y un 30% de lípidos de calidad.

El mayor desafío al que tuvieron que hacer frente fue «el desconocimiento de la regulación específica para insectos». «Mucha normativa existente está pensada para otro tipo de ganadería”. Se extrapola al nuevo sector en el que algunas exigencias resultan inadecuadas o simplemente inaplicables. Afortunadamente, contaron con el apoyo de las instituciones, como la Generalitat, que facilitaron y agilizaron muchos trámites.

Insectius trabaja principalmente con la BSF, a partir de la cual obtienen harinas, aceites y otros derivados. Los insectos cuentan con «un gran potencial nutricional y medioambiental», ya que «requieren menos espacio y agua para producir la misma cantidad que otras fuentes tradicionales». Además, su «ciclo de vida es muy rápido y se pueden criar aprovechando subproductos que, de otra manera, acabarían como recursos», acota el CEO de la empresa.

Edificio con letrero en la calle

Descripción generada automáticamente con confianza media

Modelo de negocios accesible y garantizado

La proteína de insectos es altamente digestible y tiene un perfil de aminoácidos muy completo, similar o incluso superior al de algunas harinas de pescado. Y puede incluir compuestos beneficiosos para la salud animal. En cuanto al consumo humano, dice que es apta “dependiendo de la normativa vigente”.

Pero lo que verdaderamente distingue a Insectius no es el producto, sino el precio al que son capaces de ofrecerlo. «Llevamos tiempo obsesionados con reducir los costes de producción con el objetivo de equipararlos con el de la harina de pescado», explica, «porque eso es lo que realmente marca la diferencia y acerca esta alternativa sostenible a mucha más gente».

Además de sus propios productos, Insectius ayuda a quienes están interesados en comenzar su propia granja de insectos. «Nos encargamos de formar a los futuros ganaderos, darles el material necesario, asesorarles sobre dónde conseguir la comida para sus insectos e, incluso, comprarles toda la producción», detalla Reyes.

El objetivo es simplificar el proyecto y asegurar que quienes se lancen a esta aventura lo hagan «con todas las garantías y con un mercado ya asegurado». Asegura así un mercado para los productores y fomenta la estabilidad económica de las granjas asociadas.

Insectius apuesta por un modelo de granjas contenedor que permita descentralizar la producción de insectos. «Queremos que cualquier persona, independientemente de su experiencia previa, pueda iniciar un negocio rentable y ecológico», afirma Reyes.

Las granjas contenedor incluyen la plataforma tecnológica de Insectius, que proporciona a los ganaderos datos en tiempo real sobre el rendimiento de sus granjas, facilita la toma de decisiones y mejora la productividad. La empresa se ha fijado como meta entregar 40 granjas modulares este año, de las que ya tienen ocho confirmadas.

Transformar residuos en proteína

Cuando cada gota de agua y cada gramo de CO₂ cuentan, la cría de insectos emerge no solo como una alternativa, sino como un imperativo ecológico. Estudios recientes revelan que producir proteína a base de insectos reduce hasta un 96% el consumo de agua y un 65% las emisiones de carbono frente a métodos convencionales. Cifras que resuenan como un llamado a la acción en medio de la crisis climática.

Pero más allá de los números, el sector está redefiniendo el concepto de economía circular. Granjas modulares convierten residuos orgánicos —desde pulpas de fruta hasta desechos agrícolas— en harinas nutritivas, fertilizantes y biomateriales, cerrando el ciclo de los recursos.

Insectius, con su enfoque, basado en tecnología de monitoreo en tiempo real y formación accesible, permite a emprendedores rurales o urbanos gestionar granjas autónomas en solo tres meses. “No se trata de inventar algo nuevo, sino de optimizar lo que ya existe: los residuos”, subraya su CEO.

El modelo de Insectius —que ya opera ocho granjas y proyecta llegar a 40 para 2025— se sostiene en dos pilares: Eficiencia y Transparencia. Cada tonelada de residuos orgánicos se convierte en 300 kg de larvas, genera ingresos de hasta 15.000 euros anuales por contenedor. En cuanto a la transparencia se basa en explicar costes, procesos y hasta los errores.

Sentido común aplicado

La visión de Insectius para 2030 es clara: expandir sus contenedores inteligentes a zonas con acceso a residuos y tierras subutilizadas, especialmente en la España vaciada.

“Cada granja es un nodo de economía circular. Crea empleo, reduce desperdicios y fija población”, destaca Reyes. Pero el éxito, advierte, depende de algo más que tecnología. “Necesitamos educar. La sostenibilidad no es una moda: es sentido común aplicado”.

Aunque la proteína de insectos ya alimenta a peces, crustáceos y gallinas —“especies que naturalmente los consumen”—, su adopción en dietas humanas avanza a paso lento.

Gigantes como la UE autorizan su uso en harinas para animales (desde 2021), pero el salto a supermercados y a nuestras mesas enfrenta el “factor asco” cultural. Ejemplos como Becrit —con sus batidos de grillo— son aún excepciones. Ni pensar en consumos como los grillos fritos mexicanos o el bachaco culón colombiano. “En España, aún está lejos. Requeriría campañas educativas masivas y cambios regulatorios”, admite Reyes.

Fuente: Cambio 16

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