Escapada exprés: 8 horas en Sant Pol de Mar

A una hora en tren desde el centro de Barcelona se encuentra Sant Pol de Mar, un coqueto pueblito de casonas blancas salpicadas de azulejos y balcones de piedra que miran al mar. Aquí te dejamos un pequeño itinerario para aprovechar unas horas en Sant Pol.
10:00h. Es momento del chapuzón. Les Barques, la playa principal de Sant Pol, se encuentra frente a la estación de tren. Sus aguas cristalinas se mueven en un apacible vaivén, al igual que el ritmo distendido de la gente local. En Les Barques se encuentra el Club Naútico y hay un área reservada para embarcaciones deportivas. Es una playa familiar y suele estar más concurrida que las playas aledañas por su cercanía a la estación de tren.
Si prefieres algo más apartado del centro, sigue por el Paseo de la Punta hasta llegar a la playa El Morer, donde verás a los trenes perderse entre los paisajes rocosos y la vegetación rebelde del mediterráneo. Esta playa cuenta con un espacio abierto más amplio —e igual de limpio que Les Barques— para tomar el sol y disfrutar del mar. Al caminar por la orilla de El Morer, la arena gruesa y dorada en contacto con el agua, nos regala un masaje de pies reconfortante.
12:00h. Perderse por el casco antiguo. Calles estrechas y empinadas, fachadas modernistas y árboles centenarios nos guían por el casco antiguo de Sant Pol de Mar. Empieza el recorrido en la casa natal de Josep Deàs y Villar (Carrer Abat Deas, 54), hijo ilustre de Sant Pol y abad de Montserrat desde 1885 hasta su muerte. Un longevo árbol de olivo resguarda el patio enfrente de la casa. La fachada de esta masía del siglo XVIII, de piedra y sillares irregulares, es una de las más bonitas del pueblo.
En el número 30 de la misma calle encontramos un lugar muy peculiar: Can Planiol, una casa modernista de 1910 diseñada por el arquitecto catalán Ignasi Mas i Morell. La fachada de dos plantas, cargada de ornamentos, destaca por sus mosaicos de colores azul, blanco y granate, los marcos arqueados de sus ventanas y por el balcón de hierro forjado revestido de azulejos que ocupa la parte central.
Bajamos una calle en dirección al mar para llegar a la Plaça de la Vila, donde podemos ver el edificio del Ayuntamiento, con portales de granito de finales del siglo XIX, y el Museo de Pintura, que promueve el arte contemporáneo catalán. Además, en una de las esquinas que mira al mar, se levanta la Torre de la Plaça, un elegante palacete construido en 1922 —también obra de Ignasi Mas i Morell— ejemplo de la transición del modernismo al novecentismo.
13:00h. Tiempo de relax y masajes. Caminando a través de la primera línea de playa, encontramos Quines Mans (Consulat del Mar, 33), un nuevo ecostore y espacio de bienestar frente al mar. Al ingresar, la luminosidad del lugar y el agradable aroma de los aceites esenciales nos envuelven en una atmósfera de tranquilidad plena. Además de la amplia variedad de productos ecológicos, Quines Mans ofrece masajes corporales, tratamientos faciales y rituales de aromaterapia y piedras calientes.
14:00h. ¡A comer! Llega la hora de la comida y tenemos que recomendar un lugar imprescindible en tu visita a Sant Pol de Mar. Se trata de Cuina Sant Pau (Carrer Nou, 10), un restaurante que fusiona dos maneras de entender la gastronomía: la del chef catalán Raúl Ballam Ruscalleda y la del brasileño Murilo Rodrigues Alves.
Cuina tiene menos de un año de abierto, pero una larga historia de vida. En este mismo lugar funcionó, hasta 2018, el restaurante Sant Pau —tres estrellas Michelin— bajo las manos de la reconocida chef Carme Ruscadella. “Hacemos un homenaje a Carme, pero es un nuevo Sant Pau, es un restaurante completamente diferente”, cuenta el chef Murilo. “Trabajamos también con productos de temporada y de proximidad, pero (con un concepto) completamente diferente: más platos para compartir y más informal”.
“Nuestra idea es que el cliente que venga, disfrute y que vuelva. Hacemos la comida del día a día, una comida mucho más sencilla y con un buen producto”, añade Murilo. “La idea es abrir las puertas a todo tipo de clientes con una experiencia gastronómica de calidad. Antes no todo el mundo podía permitirse venir a Sant Pau, ahora el ticket medio es de 50 euros”.
La carta es un auténtico deleite para los sentidos. Desde croquetas y canelones hasta ceviches y guisos típicos del nordeste brasileño, como la moqueca, recomendación del chef Murilo. “Se trata de un suquet de pescado que hacemos con paprika y cocemos con leche de coco, cilantro, pimientos y que tiene un toque picante. Sorprende a mucha gente”, señala.
Fuente: Traveler