En paños menores

Me entero gracias principalmente a Gab, la red social en la que todos los que se consideran “despiertos”, escépticos o simplemente recelosos de la pseudorrealidad oficialista que se nos raciona a diario deberían usar en lugar de poner sus datos, ubicación y perfil en manos de los chekistas de la cloaca globalera llamada twitter, de un montón de novedades explosivas que por separado bastarían para dinamitar la dictadura disfrazada de ciencia y sanidad que nos asfixia y mata. Sumado, por otra parte, a una cantidad ingente de datos y argumentos que ya debieron hacerlo desde el primer día y que no han parado de acumularse.

Agosto 24, 2022 - 12:31
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En paños menores

La principal es que el CDC, (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, en inglés, una de las patas principales de la estrategia plandémica), tras largos meses de exposición patética de su directora entrando en contradicción, recules y mentiras descaradas, ha retirado en EEUU todas las absurdas medidas covidianas: la distancia social, los tratos desiguales a pinchados y no pinchados, el bozal, los aislamientos de “contactos” y toda esa batería de medidas de medicina fraudulenta enfocada a configurar una sociedad de autómatas deshumanizados y no a proteger de ningún virus volador ubicuo. Uno de los responsables de ese organismo dice además respecto de la distancia social que fue una medida “que no sabemos de dónde salió… tal vez de antiguos estudios sobre las gotículas y la gripe”. Con un par. Tal vez deberían preguntarle al “experto” en aerosoles que Íker Jiménez y alguna prensa masónica se sacaron oportunamente de la manga para apuntalar “basada en ciencia” la obsesión fóbica respiratoria que tanta enfermedad mental incurable ha provocado –véase el remanente de mascarillos y gente que jamás volverá a dar dos besos-. Averiguo  además por cierto que el marido de esa directora del CDC ha aparecido untado de millones del HHS (Departamento de Salud y Servicios Sociales de los Estados Unidos) no se sabe bien por qué. 

Me entero también de que Fauci, el gran Mengele del Reich globalista, ha dimitido, justo cuando políticos del partido republicano como Rand Paul acolchados en el clamor de las redes sociales estadounidenses que la cloaca globalera apenas logra sofocar, aseguran que será investigado hasta el origen y eventualmente metido en la cárcel. Una dimisión que no le va a servir de nada, porque lo hecho hecho está y alea iacta est, como las propias redes le recuerdan.

También he tenido la oportunidad de ver un vídeo de Dan Bongino. Bongino vendría a ser el equivalente a un Carlos Herrera, un influyente y famoso periodista analista conservador estadounidense. En ese vídeo un demacrado y serio Dan presuntamente recuperado de un linfoma explica que está muy arrepentido de haberse vacunado, que es el error que más lamenta en su vida. Y a continuación pasa a enumerar una serie de razonamientos de verdadero  pensamiento científico por los que la única postura sensata era no confiar ciegamente en lo que se ofrecía a velocidad récord. ¿Más vale tarde que nunca? Me temo que no.

Y las reflexiones tardías de Bongino enlazan con otra publicación de impacto en Reino Unido, donde a toda plana escriben que “los confinamientos han matado más que el covid mismo”, algo reconocido entre dientes por el propio NHS (el servicio nacional de salud de los hijos de la Gran Bretaña). Vaya, otra de esas cosas que los “negacionistas anticiencia ignorantes magufos obsesionados con la economía” sostuvimos desde el preparatorio de Wuhan y el pistoletazo de Bérgamo. No había que ser “experto” en nada, salvo en la vida misma, y manejar unas nociones de medicina y salud elementales y de funcionamiento de la maquinaria social para saber que esto iba a ser así con el cien por cien de certeza. Naturalmente el oficialismo va a echar las culpas de la sobremortalidad imposible de ocultar al efecto diferido de aquellos encierros delictivos, protegiendo mientras se pueda a la otra arma homicida que pretenden seguir disparando. Pero el hecho es que sí, los confinamientos mataron, y mucho, en el momento y siguen y seguirán matando en forma de veneno de liberación lenta, y la novedad es que el oficialismo empieza a reconocerlo, aunque con poca profundidad y no con un buen propósito.

Una sociedad mentalmente sana debería efectuar ahora este sencillísimo razonamiento: “si las medidas del CDC y la OMS y sus equivalentes en cada país resultaron ser filfa, pseudociencia y pseudomedicina nociva que lo agravó todo; si sus “expertos” fallan más que una escopeta de feria, si nos están diciendo al estilo de los comunistas fracasados que ‘ahora nos reconvertiremos y lo haremos mejor’ –eso está diciendo el CDC y eso está haciendo el gobierno genocida del psoe con su nueva y flamante “agencia”- entonces es que realmente esta gente es un peligro, una panda de ineptos (va, ni les pido que concluyan que son unos criminales, eso es para usuarios avanzados). Entonces, ¿por qué debería seguir poniéndome en sus manos?”. Digo, este sería el razonamiento elemental de un individuo y una sociedad mentalmente sanos. Pero bien saben ellos que la masa es negada para asociar datos o sumar uno más uno. Así que a la base mastodóntica de ministerios, consejerías, ISCIII, institutos de esto y lo otro, centro de aquello y lo de más allá, ahora van a añadir “agencias” o tratados para entregarse (sin desmantelar nada ni despedir a nadie, faltaría más) a la diosa OMS que también resultó ser un truño. 

Una sociedad mental y moralmente sana por otro lado estaría exigiendo con energía incontenible explicaciones, rendición de cuentas y limpieza de tanta maldad, destrucción, dolor y mediocridad. La oficialidad se permite publicar portadas como la de los confinamientos homicidas porque saben que la masa, convenientemente castrada y domesticada y completamente huérfana de personas y organismos de poder que la defiendan de facto, no va a reclamar nada. “No se podía saber”, “había que intentarlo”, acabarán balando.

Pero ni tenemos una sociedad mental ni moralmente sana ni, sobretodo, tenemos una sociedad informada. Porque este resumen que acabo de hacer, en realidad pequeño, no les va a ser presentado ni analizado y desmenuzado en los medios de masas que ellos consumen. No saben quién es Fauci, no tienen ni idea de qué es el CDC ni por tanto de sus bandazos y sus pilladas, no saben que muere más gente que nunca y más joven que nunca –como en las guerras convencionales- ni tampoco saben que es un fenómeno planetario cebado con los países que más realizaron el acto de amor (no, ese no, el de Bergoglio). Una sociedad secuestrada y aislada por su asesino.

Fuente: El Diestro

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