El bótox, una de las sustancias más tóxicas del mundo

A pesar de ser utilizado en estética en dosis mínimas, el botox, o toxina botulínica, presenta una toxicidad unas 600 veces mayor que el cianuro en los seres humanos.

Febrero 10, 2025 - 20:45
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El bótox, una de las sustancias más tóxicas del mundo

¿Te imaginas un veneno tan potente que unas pocas partículas podrían ser mortales para cualquier ser humano? ¿Un veneno con una toxicidad unas 600 veces superior que la del cianuro? ¿Qué con solo 60 gramos pueda resultar altamente letal? No suena muy recomendable, ¿verdad? Pues bien, existen dos repuestas que pueden ser compatibles con esas preguntas, dos toxinas que, incluso en pequeñas dosis, pueden resultar altamente peligrosas. Una de ellas es el veneno de serpiente. La segunda, la toxina botulínica, aunque seguramente la conozcas mejor por su nombre comercial: el botox.

Sí, se trata de un veneno que ha encontrado refugio en millones de clínicas estéticas alrededor del mundo, no como un arma, sino como un aliado para combatir arrugas y buscar la belleza. Explicado de forma resumida, podría decirse que se trata de una sustancia que combina, de forma equilibrada, ciencia, belleza y peligro.

LA TOXINA QUE “DESACTIVA”

Pero, ¿qué es exactamente esta sustancia? La toxina botulínica es un compuesto que produce una bacteria concreta, la Costridium botulinum. Se trata de un microorganismo que suele habitar en suelos o alimentos mal conservados y que es capaz de generar una sustancia con un poder paralizante que afecta directamente a los nervios. De hecho, en su forma más pura y cuando el contacto con la toxina carece de control, se vuelve altamente peligrosa y puede causar botulismo, una enfermedad muy grave que altera y dificulta la capacidad para moverse y respirar en las personas.

No obstante, aunque sea difícil de digerir, esa misma sustancia ha encontrado un hueco muy especial en los laboratorios de cosmética: una dosis muy pequeña y controlada de la toxina puede ser utilizada para “desactivar” los músculos humanos de manera temporal. Concretamente, este potencial fue descubierto en los años 80 por Jean y Alastair Carruthers, un matrimonio de científicos que observó que pacientes tratados con la toxina para reducir espasmos faciales también notaban una reducción de arrugas.

Ahora bien, originalmente, fue el oftalmólogo Alan B. Scott quien había empezado a usar la toxina en los años 70 para tratar el estrabismo, pero no fue hasta 1992 que los Carruthers publicaron un estudio y descubrieron al mundo sus beneficios. Finalmente, en 2002, la FDA aprobó finalmente el botox para fines estéticos, marcando así el inicio de su popularidad como antienvejecimiento.

Clostridium botulinum
Centers for Disease Control and Prevention's Public Health Image Library

Microfotografía de Clostridium botulinum teñida con violeta de Genciana.

DEL VENENO AL MILAGRO ESTÉTICO

Pero, incluso antes del veredicto de la FDA, el botox ya era una revolución popular. Ya en los años 90, múltiples personas acudían a él como una solución rápida y efectiva para suavizar arrugas. Pero, ¿cómo funciona exactamente? En términos simples, la toxina es capaz de bloquear la comunicación entre los nervios y los músculos. De esta forma, cuando un músculo no puede recibir órdenes del cerebro para contraerse, queda relajado, lo cual ayuda a que la piel que lo recubre se mantenga lisa y sin arrugas.

Sí, es prácticamente como si se “inutilizara” un músculo, como perder la conexión con él. Debido a la peligrosidad del botox en cantidades inexactas, su inyección debe ser un proceso quirúrgico, realizado por profesionales. De hecho, para lograr el efecto deseado sin causar ningún tipo de daño o efecto adverso, las dosis administradas son minúsculas, casi imperceptibles.

Hoy en día, la toxina es aplicada en diferentes áreas del rostro, todas ellas con tendencia al movimiento y al desarrollo de arrugas con el paso de los años, como el entrecejo o la frente, y sus efectos pueden durar entre 3 y 6 meses. No obstante, quizás te sorprenda saber que no todas sus aplicaciones se reducen a la estética: el botox también puede llegar a ser un gran aliado para tratar ciertas condiciones, como la migraña crónica o la parálisis facial, ayudando a relajar los músculos y a tratar esas patologías.

Duración toxina botulínica
National Geographic España

Gráfica donde se representa la eficacia de la Toxina Botulínica a lo largo de 6 meses.

¿BELLEZA PELIGROSA?

Como es natural y teniendo en cuenta su alta toxicidad, el botox no deja de ser un tema polémico. No obstante, en manos de profesionales capacitados, el riesgo de complicaciones es muy bajo: al final, su seguridad, está respaldada por décadas de estudios y uso clínico, lo que permite asegurar el bienestar del paciente siempre y cuando se respeten las limitaciones establecidas. Mientras que una cantidad mayor de la toxina puede llegar a ser letal, las cantidades utilizadas en estética son insignificantes.

Sin embargo, la verdad sea dicha, esta práctica no está exenta de riesgos. Si el tratamiento no es aplicado correctamente, o si se excede la dosis establecida, los resultados pueden incluir parálisis no deseada, caída de párpados o, incluso, una apariencia antinatural. Por eso, es fundamental acudir a profesionales cualificados que sepan cómo manejar la sustancia con precisión.

Fuente: National geografic

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