Ejércitos globalistas de la oscuridad

Bajo los pliegues de los recuerdos de una vieja película, en la que una simple frase resume perfectamente una amarga verdad sobre las revoluciones - " algunos con un libro engañan a otros sin libro, luego se olvidan de ellos " - una meditación sobre las profundas transformaciones que redefinieron la sociedad Fenómenos y políticas de nuestros tiempos.

Diciembre 3, 2024 - 08:40
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Ejércitos globalistas de la oscuridad

Si en las páginas de la historia contemporánea las revoluciones eran impulsadas por vastas masas de campesinos y trabajadores, a menudo coordinadas por intelectuales y estudiantes entusiastas, hoy esos tiempos parecen enterrados bajo las gruesas capas de un mundo cambiado. ¿Pero por qué sucedió esto?

La respuesta, aparentemente sencilla, es que aquellas categorías sociales que representaban a las masas maniobrantes han desaparecido casi por completo. Los campesinos, que alguna vez fueron la columna vertebral de cualquier movimiento social, son ahora una rareza, y su presencia se reduce a protestas esporádicas de agricultores en España, Francia o Alemania. ¿En Rumania? Nada, un vacío social silencioso.

Los trabajadores, por otra parte, han perdido su papel emblemático en las grandes batallas sociales, reemplazado por una economía tecnológica y una clase media cómoda y desinteresada en las agitaciones colectivas. Los estudiantes, que alguna vez fueron la vanguardia idealista de la transformación, ya no son una fuerza a temer, y el grupo de intelectuales oportunistas, liderados por Andrei Pleșu, centra su actividad exclusivamente en apoyar y promover programas globalistas, ignorando así las realidades y necesidades profundas. de la sociedad en la que somos parte

En este contexto de vacío histórico, surge una pregunta incómoda: ¿quién asumirá el papel de estos ejércitos revolucionarios?

Los globalistas, maestros de la manipulación sutil y la ingeniería social, han encontrado una solución inesperada: un nuevo vector de presión social, construido sobre las identidades y la sexualidad.

Si alguna vez los tratados psiquiátricos etiquetaron la homosexualidad como una enfermedad mental, hoy, a través de una repentina reconfiguración de paradigmas, ha sido replanteada como la norma, incluso como un símbolo de progreso. Lo que alguna vez fue blanco se ha vuelto negro y los valores genuinos han sido reemplazados por no valores.

Pero ¿a qué se debe este giro radical? Más allá de las apariencias de una lucha por los derechos humanos, la estrategia esconde un objetivo más profundo: la implementación de medidas antidemográficas, enmascaradas bajo la bandera del progresismo.

Apoyar el matrimonio entre personas del mismo sexo e incluso promover la adopción por parte de estas parejas no son gestos inocentes. Representan, en esencia, golpes directos contra la base tradicional de la sociedad: la familia. Esta célula esencial, que garantiza la perpetuación de la especie humana y la estabilidad social, está deliberadamente socavada. En nombre de una ideología llamada progresista, los globalistas promueven su propia visión distópica, basada en el control demográfico y la ilusión de que el planeta es demasiado pequeño para todos sus habitantes.

Además, al otorgar estos derechos, los mismos grupos se convierten en recursos políticos, reglamentados en un nuevo tipo de activismo diseñado para socavar el Estado de derecho y alimentar el conflicto social. Todo bajo la apariencia de una causa noble, pero con objetivos ocultos encaminados a un control social y político cada vez más opresivo.

Al observar este sombrío panorama, surge la pregunta: ¿no estamos presenciando una reversión de los valores fundamentales, una manipulación que apunta a desmantelar las mismas estructuras que han mantenido unida a la humanidad a lo largo de los siglos?

En este nuevo teatro de revoluciones silenciosas, ya no hay eco de multitudes reunidas en plazas públicas, portando antorchas encendidas como símbolos de lucha y transformación. En su lugar, el escenario está dominado por discursos cuidadosamente pulidos, elaborados con precisión casi quirúrgica, que no iluminan, sino que se esconden en las sombras. Estas palabras, como puñales invisibles, no atacan abiertamente, sino que penetran insidiosamente en el núcleo de nuestros valores, rompiendo su fibra sin dejar huellas visibles.

La esperanza, ese faro brillante que alguna vez guió a las sociedades en tiempos difíciles, y el progreso, la promesa de un futuro mejor, han sido despojados de su significado más profundo. Ya no brillan, sino que se han convertido en sombras pálidas y deformes, que se arrastran por los rincones de las ruinas de un mundo reconstruido con falsas promesas. Sin embargo, bajo la fachada de esta reconstrucción late un frío vacío, un mundo carente de autenticidad, donde las luces de la verdad han sido reemplazadas por reflejos distorsionados de una agenda oculta.

Fuente: Yoga exoteric

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