¿Guerra climática mundial a través de la geoingeniería?
Si bien la geoingeniería se presenta a menudo como una posible herramienta para »mitigar los peores impactos de los cambios del clima», su naturaleza controvertida y sus posibles consecuencias no deseadas han generado preocupaciones significativas. El concepto de «guerra climática» ha ganado atención en varias formas. En su sentido más literal, se refiere a…

El concepto de «guerra climática» ha ganado atención en varias formas. En su sentido más literal, se refiere a conflictos violentos que son directamente causados o exacerbados por los impactos del cambio climático, como la escasez de recursos o la migración inducida por el clima. Sin embargo, el término también se utiliza de forma más metafórica para describir el intenso debate y las luchas políticas en torno a la ciencia del clima y las políticas de mitigación.
Además, ha surgido la especulación sobre la posibilidad de que las tecnologías de manipulación climática, como la geoingeniería, puedan desarrollarse y utilizarse deliberadamente como armas o para obtener ventajas estratégicas, lo que lleva a la pregunta de si podríamos enfrentarnos a la perspectiva de una «guerra climática» mundial a través de la geoingeniería.
Este informe tiene como objetivo proporcionar un análisis exhaustivo de esta compleja cuestión. Investigará el concepto de «guerra climática» y su relación con la manipulación del clima, definirá la geoingeniería y explorará las diversas técnicas propuestas para modificar el clima terrestre. Además, examinará la posibilidad de que las tecnologías de geoingeniería puedan utilizarse como armas o causar conflictos internacionales, analizará los riesgos y beneficios potenciales de la geoingeniería a escala global, incluidas las posibles consecuencias no deseadas, y buscará debates y discusiones sobre las implicaciones éticas, políticas y de seguridad del uso de la geoingeniería.
El informe también indagará sobre la existencia de tratados o acuerdos internacionales que regulen o prohíban el uso de la geoingeniería con fines bélicos y explorará escenarios hipotéticos de conflictos internacionales que pudieran surgir del uso unilateral o descoordinado de la geoingeniería. Finalmente, buscará la opinión de expertos en clima, seguridad y derecho internacionales sobre la viabilidad y los riesgos de una «guerra climática» a través de la geoingeniería.
Definiendo «Guerra Climática»:
El término «guerra climática» se ha utilizado en varios contextos, lo que requiere una cuidadosa distinción entre sus diferentes significados. En primer lugar, es crucial comprender cómo el cambio climático actúa como un «multiplicador de amenazas» para la paz y la seguridad internacionales.
El cambio climático exacerba las vulnerabilidades y tensiones existentes, intensificando los conflictos en todo el mundo. Los fenómenos meteorológicos extremos y la escasez de recursos, como el agua, son factores importantes en el creciente nivel de conflicto que se observa a nivel mundial. La dependencia de la civilización de un mundo vivo estable y saludable ha sido durante mucho tiempo un tema favorito de los escritores de ciencia ficción, con desastres ambientales que desencadenan conflictos en los mundos distópicos de autores como Margaret Atwood y Octavia E. Butler.
Sin embargo, estas «eco-guerras» ficticias, que a menudo se escribieron como alegorías o advertencias de peligros futuros, son ahora, en muchos sentidos, una realidad. Las Naciones Unidas reconocen el cambio climático como un factor que multiplica las amenazas a la paz y la seguridad internacionales, lo que significa que el cambio climático exacerba las condiciones que pueden conducir a un conflicto y acelera la escalada de los conflictos hasta convertirse en guerra. Por ejemplo, la escasez de agua, exacerbada por la disminución constante de las lluvias anuales en la región desde la década de 1980, se encuentra en el centro de la guerra que dura ya medio siglo en Darfur.
De manera similar, las tensiones estratégicas entre China e India por el acceso al agua en un mundo que se calienta representan un nuevo tipo de crisis geopolítica, donde el cambio climático ejerce una presión cada vez mayor sobre los actores políticos y militares.
El término «guerra climática» también se utiliza de forma metafórica por la comunidad cientifica para describir el debate en torno al cambio climático y los esfuerzos para combatirlo. En este sentido, se refiere a los intensos argumentos y la polarización entre diferentes facciones con respecto a la ciencia del clima y las políticas de mitigación. Esta interpretación contrasta con el significado literal de «guerra climática» como conflicto violento directamente causado o habilitado por la manipulación del clima. Sin embargo, algunos sostienen que los impactos del cambio climático ya constituyen una forma de «guerra climática» debido al sufrimiento desproporcionado de las poblaciones vulnerables. Mientras que algunas partes del mundo, a menudo aquellas que tienen la mayor responsabilidad en la crisis climática, se han mantenido en gran medida aisladas de estos efectos, existe un gran número de personas que viven en áreas del mundo que actualmente experimentan desestabilización y violencia inducidas por el clima.
La investigación sobre conflictos climáticos aborda estas cuestiones críticas y a menudo intenta extrapolar escenarios futuros a partir de observaciones de las dinámicas actuales. Después de todo, los conflictos climáticos no son solo cosa del pasado; ya están ocurriendo en la actualidad.
Diversas corrientes de investigación sobre conflictos climáticos se han desarrollado durante los últimos 30 años, difiriendo metodológica, epistemológica y ontológicamente. El enfoque clásico sigue las líneas de «cambio climático y conflicto armado», donde el clima se considera uno de los múltiples impulsores del conflicto. Otros enfoques priorizan las necesidades y los derechos humanos básicos, viendo los procesos sociales como la principal causa de la inseguridad y la vulnerabilidad climáticas. Si bien el cambio climático histórico propio del planeta innegablemente contribuye a la inestabilidad, atribuir los conflictos únicamente o principalmente a factores ambientales es una simplificación excesiva.
Los factores políticos, sociales y económicos siguen siendo fundamentales para comprender las causas de la guerra. De hecho, muchos expertos en los vínculos entre el medio ambiente y los conflictos se abstienen de adherirse a predicciones terribles sobre las inminentes guerras climáticas, mostrando extrema cautela sobre lo que muestra el registro histórico con respecto a esos vínculos, que se consideran en el mejor de los casos «altamente especulativos».
El Potencial de Militarización de la Geoingeniería:
La idea de manipular el clima con fines militares no es nueva. La historia proporciona precedentes del uso de la modificación del clima como arma, lo que genera preocupación sobre el potencial de las técnicas de geoingeniería más avanzadas para ser utilizadas con fines hostiles. Un ejemplo notable es la Operación Popeye, llevada a cabo por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam entre 1967 y 1972. El objetivo de esta operación secreta era extender la temporada de monzones sobre áreas específicas de la Ruta Ho Chi Minh para interrumpir el movimiento de suministros militares norvietnamitas ablandando las superficies de las carreteras, provocando deslizamientos de tierra y deslavando los cruces de ríos. Para lograr esto, se utilizaron técnicas de siembra de nubes con yoduro de plata y yoduro de plomo. Este ejemplo histórico demuestra que incluso tecnologías de modificación del clima relativamente rudimentarias pueden emplearse para obtener ventajas militares, lo que plantea interrogantes sobre el potencial de las técnicas de geoingeniería más sofisticadas. Además de la Operación Popeye, ha habido otros intentos e ideas a lo largo de la historia relacionados con la guerra meteorológica, incluidos experimentos tempranos con explosivos para intentar provocar lluvia en el siglo XIX e investigaciones posteriores del gobierno de los EE. UU. sobre la posibilidad de utilizar fenómenos meteorológicos como rayos artificiales, volcanes y terremotos como armas.
Muchas técnicas de geoingeniería propuestas para la supuesta mitigación pacífica del clima tienen en realidad una naturaleza de doble uso, lo que significa que podrían adaptarse o utilizarse indebidamente con fines hostiles.
Por ejemplo, las supuestas técnicas de Gestión de la Radiación Solar (GRS) como la Inyección de Aerosoles Estratosféricos (IAE) o el Brillo de las Nubes Marinas (BCM) podrían manipularse potencialmente para causar alteraciones climáticas regionales que perjudiquen a los adversarios. Existe la preocupación de que un país podría utilizar la modificación del clima, como la siembra de nubes a gran escala, para desviar la lluvia de las regiones vecinas, lo que se ha denominado «robo de lluvia». Además, el control de los recursos hídricos a través de la obstrucción de ríos, que podría estar vinculado a esfuerzos de geoingeniería más amplios, podría utilizarse como arma estratégica. La dificultad inherente para distinguir entre los usos pacíficos y hostiles de las tecnologías de geoingeniería crea un desafío de seguridad significativo y aumenta el riesgo de escalada no intencionada o uso indebido deliberado.
Sin embargo, las opiniones de los »expertos» sobre la probabilidad de militarizar la geoingeniería varían. Algunos argumentan que la geoingeniería solar, particularmente la IAE, es demasiado imprecisa para ser utilizada eficazmente como arma contra un estado-nación específico. Sostienen que la dispersión de aerosoles en la estratosfera ocurriría a escala global, lo que dificulta la focalización de los impactos perjudiciales en un solo país. Por otro lado, otros expertos expresan su preocupación por el potencial de la manipulación climática, incluso si es imprecisa, para causar daños e inestabilidad generalizados, sirviendo efectivamente como arma. Señalan que el riesgo de que un país pruebe y despliegue unilateralmente la geoingeniería solar a gran escala podría generar nuevas disputas geopolíticas. Además, algunos sugieren que los desarrollos futuros en geoingeniería podrían integrarse en estrategias de guerra híbrida diseñadas para perturbar y debilitar a los rivales sin recurrir a la guerra abierta.
Riesgos y Beneficios Globales de la Geoingeniería:
La geoingeniería según los »expertos» ofrece beneficios potenciales en la lucha contra el cambio climático natural de la Tierra, pero sin duda, también conlleva riesgos significativos y posibles consecuencias no deseadas a escala global.
Entre los supuestos »beneficios» potenciales se encuentra la capacidad de la Gestión de la Radiación Solar (GRS) para reducir rápidamente las temperaturas globales y mitigar algunos de los impactos más inmediatos del cambio climático, como el calor extremo y el aumento del nivel del mar. Algunas investigaciones sugieren que la GRS también podría reducir la intensidad de las tormentas tropicales y los eventos de blanqueamiento de coral al disminuir la temperatura de la superficie del mar. Además, las técnicas de Eliminación de Dióxido de Carbono (EDC) para los »expertos» supuestamente, abordan la causa raíz del cambio climático al eliminar el CO2 de la atmósfera, lo que podría conducir a una estabilización climática a largo plazo.
Sin embargo, los riesgos asociados con la geoingeniería son sustanciales y de gran alcance. Las técnicas de GRS, en particular, plantean preocupaciones sobre posibles impactos climáticos regionales, como un enfriamiento desigual y alteraciones en los patrones de precipitación, lo que podría provocar sequías o inundaciones en diferentes regiones. Existe el riesgo de interrumpir los monzones que son cruciales para la agricultura en muchas partes del mundo. Además, la GRS no aborda el problema de la acidificación continua de los océanos causada por la absorción de CO2 atmosférico, lo que amenaza los ecosistemas marinos. Algunas técnicas de GRS, como la Inyección de Aerosoles Estratosféricos (IAE), podrían exacerbar el agotamiento de la capa de ozono, lo que tendría graves consecuencias para la salud humana y los ecosistemas. Los cambios en la radiación solar resultantes de la GRS también podrían afectar la fotosíntesis de las plantas y la salud general de los ecosistemas. Un riesgo particularmente preocupante es el «choque de terminación»: si el despliegue de la GRS se detuviera repentinamente, el CO2 acumulado en la atmósfera provocaría un aumento rápido y severo de la temperatura, lo que podría conducir a un colapso ecológico. La distribución desigual de los impactos de la geoingeniería también podría exacerbar las desigualdades existentes y generar disputas internacionales. Incluso las técnicas de EDC, que abordan la causa raíz del cambio climático, conllevan riesgos. La forestación y la BECCS a gran escala podrían provocar la pérdida de biodiversidad, conflictos por el uso de la tierra y escasez de agua. La fertilización oceánica podría causar floraciones de algas tóxicas y alterar los ecosistemas marinos.
Dimensiones Éticas, Políticas y de Seguridad:
La geoingeniería plantea profundos dilemas éticos. Existe la preocupación de que la promesa de una solución tecnológica al cambio climático pueda disminuir la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que se conoce como el «riesgo moral». También surgen cuestiones de equidad intergeneracional, ya que las generaciones futuras podrían verse obligadas a mantener despliegues de geoingeniería que no eligieron. Además, los impactos potencialmente desiguales de la geoingeniería plantean interrogantes éticos sobre quién decide sobre el despliegue de tecnologías a escala global y cómo se abordan las posibles consecuencias negativas para ciertas regiones o poblaciones. La idea misma de manipular deliberadamente los sistemas naturales de la Tierra también genera preocupaciones éticas sobre el papel de la humanidad en la gestión del planeta, a menudo denominada el argumento de «jugar a ser Dios».
Los desafíos políticos asociados con la geoingeniería son igualmente significativos. Actualmente, no existen acuerdos internacionales ni mecanismos de gobernanza específicos que regulen el desarrollo y el posible despliegue de tecnologías de geoingeniería. Lograr un consenso internacional sobre estas cuestiones es extremadamente difícil debido a los diferentes intereses nacionales y al potencial de que haya ganadores y perdedores como resultado de las intervenciones de geoingeniería. La ausencia de un marco de gobernanza global aumenta el riesgo de acciones unilaterales por parte de una sola nación o grupo, lo que podría generar tensiones internacionales y conflictos.
Desde una perspectiva de seguridad, la geoingeniería tiene implicaciones significativas. Como se analizó anteriormente, existe el potencial de militarización y la exacerbación de conflictos internacionales. Los impactos desiguales tanto del cambio climático como de la geoingeniería podrían generar inestabilidad y amenazas a la seguridad, particularmente en regiones vulnerables. Existe la preocupación de que la geoingeniería pueda utilizarse como chivo expiatorio de los desastres relacionados con el clima o de los fracasos en la adaptación. La falta de un acuerdo internacional sobre la geoingeniería también plantea el riesgo de que un país, o incluso un grupo, intente actuar por su cuenta de una manera que ponga en peligro el conflicto.
Panorama Jurídico Internacional:
El panorama jurídico internacional en relación con la geoingeniería y su posible militarización está dominado por la Convención sobre la Prohibición de la Utilización de Técnicas de Modificación Ambiental con Fines Militares u Otros Fines Hostiles (ENMOD), que entró en vigor en 1978. La Convención ENMOD prohíbe el uso militar u otro uso hostil de técnicas de modificación ambiental que tengan efectos generalizados, duraderos o graves como medio de destrucción, daño o perjuicio a otro Estado Parte. Las «técnicas de modificación ambiental» se definen como cualquier técnica para cambiar, mediante la manipulación deliberada de procesos naturales, la dinámica, la composición o la estructura de la Tierra, incluida su biota, litosfera, hidrosfera y atmósfera, o del espacio ultraterrestre.
La Convención ENMOD surgió de las negociaciones bilaterales entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética a principios de la década de 1970, impulsadas en parte por la creciente preocupación por el potencial uso militar de las técnicas de modificación ambiental, incluido el uso de la siembra de nubes por parte de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam (Operación Popeye). El objetivo de la convención era evitar el uso del medio ambiente como arma de guerra.
Si bien la Convención ENMOD representa un instrumento jurídico internacional existente que podría ser relevante para prevenir la militarización de algunas técnicas de geoingeniería, especialmente aquellas con impactos ambientales a gran escala y graves, tiene limitaciones. La prohibición se aplica solo a los usos que tengan efectos «generalizados, duraderos o graves» y que se lleven a cabo con «fines militares u otros fines hostiles» contra otro Estado Parte. Estos criterios podrían dificultar la aplicación de la convención a ciertas propuestas de geoingeniería. Por ejemplo, podría ser difícil determinar si los efectos de una intervención de geoingeniería en particular cumplen con los umbrales de «generalizados, duraderos o graves». Además, probar la intención hostil detrás de un despliegue de geoingeniería podría ser un desafío importante, ya que las acciones podrían justificarse como esfuerzos pacíficos para mitigar el cambio climático. Es importante destacar que la Convención ENMOD no impide el uso de técnicas de modificación ambiental con fines pacíficos.
Más allá de la Convención ENMOD, existen otros principios del derecho internacional que podrían tener cierta relevancia para el uso de la geoingeniería. Por ejemplo, el principio de que los Estados tienen la obligación de garantizar que las actividades dentro de su jurisdicción o control no causen daños al medio ambiente de otros Estados o de áreas más allá de la jurisdicción nacional podría aplicarse a los efectos transfronterizos perjudiciales de las intervenciones de geoingeniería. Además, organismos de la ONU como el Consejo de Seguridad y la Corte Penal Internacional podrían desempeñar un papel en el abordaje de las implicaciones de seguridad de las tecnologías ambientales. Sin embargo, estos marcos legales existentes no están diseñados específicamente para abordar los desafíos únicos que plantea la geoingeniería, y existe un debate en curso sobre la necesidad de nuevos instrumentos legales o enmiendas a los existentes para regular adecuadamente estas tecnologías.
Escenarios Hipotéticos de Conflicto:
El uso de la geoingeniería ya sea intencionado o no, podría dar lugar a varios escenarios de conflicto internacional. Un escenario hipotético podría involucrar el despliegue unilateral de Gestión de la Radiación Solar (GRS) por parte de una nación que enfrenta graves impactos climáticos. Por ejemplo, un país podría decidir inyectar aerosoles en la estratosfera (IAE) para reducir las temperaturas, pero esto podría tener consecuencias negativas no deseadas, como la alteración de los patrones de lluvia en los países vecinos, lo que provocaría crisis diplomáticas o incluso conflictos armados. En un mundo donde la geoingeniería se está practicando activamente, también podría haber acusaciones y contraacusaciones sobre la causa de eventos climáticos extremos, lo que exacerbaría las tensiones entre las naciones.
Otro escenario preocupante es el uso malicioso de la geoingeniería para dañar a un adversario. Si bien actualmente puede ser tecnológicamente desafiante, en el futuro podría ser posible manipular las tecnologías de geoingeniería para inducir sequías, inundaciones o tormentas extremas en regiones específicas. El desafío en tales casos sería la atribución, ya que estas acciones podrían disfrazarse de desastres naturales o consecuencias no deseadas de esfuerzos legítimos de mitigación climática.
También podrían surgir conflictos por la gobernanza y el control de las tecnologías de geoingeniería. En un futuro donde diferentes bloques de naciones tengan opiniones divergentes sobre la necesidad, el tipo y la escala del despliegue de la geoingeniería, podría haber enfrentamientos políticos y posibles conflictos por el derecho a controlar o influir en la gestión climática global. El acceso o el control de las tecnologías críticas de geoingeniería podrían convertirse en una fuente de poder y contención internacional.
Perspectivas de »Expertos»:
Los científicos del clima generalmente ven la geoingeniería como una herramienta potencial que debe considerarse con extrema precaución. Si bien algunas técnicas, como la Inyección de Aerosoles Estratosféricos (IAE), podrían ofrecer un enfriamiento rápido y otras, como la Eliminación de Dióxido de Carbono (EDC), abordan la causa raíz del cambio climático, existe un consenso generalizado de que nuestra comprensión de estas tecnologías y sus impactos sigue siendo limitada. Los científicos enfatizan los importantes riesgos e incertidumbres involucrados, incluidas las posibles alteraciones climáticas regionales, el agotamiento de la capa de ozono, los impactos en los ecosistemas y el riesgo de un «choque de terminación». La mayoría de los expertos coinciden en que la reducción profunda y rápida de las emisiones de gases de efecto invernadero sigue siendo la prioridad para abordar el cambio climático, y que la geoingeniería no es un sustituto de esta acción crucial.
Los expertos en seguridad internacional están cada vez más preocupados por los riesgos geopolíticos asociados con la geoingeniería. Existe una preocupación significativa por la posibilidad de acciones unilaterales por parte de las naciones, la falta de mecanismos de gobernanza internacional y el potencial de errores de cálculo o escalada. Si bien algunos expertos argumentan que la naturaleza global e imprecisa de muchas técnicas de GRS las hace inadecuadas para un uso militar específico , otros advierten sobre el potencial de alteraciones ambientales a gran escala, incluso si son imprecisas, para ser explotadas estratégicamente y exacerbar las tensiones internacionales o crear nuevos conflictos.
Los expertos en derecho internacional están examinando la aplicabilidad y la adecuación de los marcos legales existentes, en particular la Convención ENMOD, para abordar la posible militarización de la geoingeniería. Si bien la Convención ENMOD prohíbe el uso hostil de técnicas de modificación ambiental con efectos generalizados, duraderos o graves, sus limitaciones y ambigüedades con respecto a la definición de actividades prohibidas y el desafío de probar la intención hostil significan que puede no ser totalmente adecuada para regular todos los posibles usos militarizados de la geoingeniería. Muchos creen que existe la necesidad de un mayor desarrollo legal para abordar los desafíos únicos que plantean estas tecnologías, ya sea fortaleciendo o actualizando la Convención ENMOD o desarrollando nuevos acuerdos internacionales.
Conclusión y Recomendaciones:
En conclusión, la posibilidad de una «guerra climática» mundial a través de la geoingeniería es una cuestión compleja y multifacética. Si bien el concepto de utilizar la manipulación del clima con fines militares no es nuevo, como lo demuestra la historia de la guerra meteorológica y la Operación Popeye en particular, la aparición de tecnologías de geoingeniería a escala planetaria presenta nuevos desafíos y riesgos. La geoingeniería ofrece beneficios potenciales para mitigar el cambio climático, pero también conlleva riesgos significativos e incertidumbres, incluidas posibles consecuencias no deseadas y el potencial de exacerbar las desigualdades y tensiones geopolíticas existentes.
La naturaleza de doble uso de muchas técnicas de geoingeniería significa que podrían adaptarse o utilizarse indebidamente con fines hostiles, aunque la viabilidad y la probabilidad de tal escenario siguen siendo objeto de debate entre los expertos. La falta de un marco de gobernanza internacional integral para la geoingeniería aumenta el riesgo de acciones unilaterales y conflictos. Si bien la Convención ENMOD prohíbe el uso militar u otro uso hostil de técnicas de modificación ambiental con ciertos efectos, sus limitaciones pueden dificultar su aplicación a todas las posibles aplicaciones militares de la geoingeniería.
Se necesita más investigación para comprender mejor los impactos ambientales, sociales y políticos de la geoingeniería, así como para desarrollar métodos mejorados para detectar y atribuir la manipulación del clima. Es fundamental aumentar el diálogo y la cooperación internacionales sobre las implicaciones éticas, políticas y de seguridad de la geoingeniería. Esto podría implicar la exploración de formas de fortalecer o actualizar la Convención ENMOD o desarrollar nuevos acuerdos internacionales para regular las actividades de geoingeniería y prevenir su militarización.
La geoingeniería no debe considerarse un sustituto de estos esfuerzos esenciales, sino más bien una posible herramienta complementaria que debe considerarse con extrema precaución, transparencia y coordinación internacional.
Fuente: El eslabon perdido del sistema
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